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La Puerta Verde

Dos gaviotas surcan el cielo azul sobre nuestras vistas, me quedo atrapado viendo su vuelo, continuo, juntas, sin dudar ni un segundo su destino, buscando que hay más allá de la puerta verde, buscando la finalidad de su vida.
Me siento triste, porque me encantaría encontrar mi puerta verde y así con ella poder apagar todos mis fuegos, los que me hacen tener esta fiebre de imperfección que me rodea.
Ahora me gustaría tener la fuerza suficiente para encontrarla, para ponerme en camino y que las lágrimas que ocupan mi lado derecho del corazón cesaran su caudal, una sonrisa que iluminara su cara sería mi puerta verde, mi búsqueda en ese momento habría acabado con un final feliz de cuento, pero no soy tan fuerte y me cuesta encontrarla,
Ahí, a mi lado derecho del corazón noto que está mi felicidad, pero también veo, que si no encuentro mi meta, puedo perderla, y con ella perderme a mí mismo.
Lo que daría para verla sonreír y que las dudas y las malas interpretaciones se diluyeran de su cabeza por arte de magia, pero sin complicaciones dicen que la vida no sería vida y maldigo a quien lo dijo, no por negar su palabra, sino por la razón que tenía.
Mi problema puede ser que sé que todo el mundo tiene defectos y que los propios solo lo ven la gente más cercana, pero en ella no encuentro ninguno, no los veo, y si los tiene me declaro ante el mundo como un ciego enamorado, lo digo y lo creo y me duele.
A veces me siento débil, pienso que el día que desaparezca de su vida, ella continuara tranquilamente, como si de un peso mi compañía se tratara, pero es mi debilidad la que hace que mi pensamiento me hunda aún más.
La brisa recorre mi cuerpo tumbado en la arena de la playa y cierro los ojos, las gaviotas quedan atrapadas en mi retina, y su figura continua surcando ahora el cielo rojo de mis párpados cerrados que opacan el sol, siento el dolor de las dos, porque les he cerrado su paso hacía su puerta verde y vuelvo abrirlos, en ese instante ya han desaparecido de mi vista y me consuela pensar que ya han llegado, ahora me toca a mi,
Me giro y ella esta allí, disfrutando del roce de los rayos de sol sobre su cuerpo, podría tener incluso celos de ellos, pero los acompaño con las yemas de mis dedos, porque la amo y me gusta verla disfrutar, creo que voy por el buen camino y busco sus labios, ¿por qué todo es tan difícil?, con lo fácil que sería tener alas para surcar el cielo en busca de la puerta verde, como gaviotas, como simples seres felices.

Texto agregado el 16-07-2007, y leído por 286 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
16-07-2007 Qué hace falta para ser feliz? Un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas, un vientecillo tibio, la paz del espíritu melodevuelves
 
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