Siento que mis pasos van solos por el camino, yo, no los guió.
Se deslizan a un ritmo mecánico, primero un pie y luego otro, así van por la vida, a su antojo. Les digo donde han de dirigirse pero no me escuchan. Por mas que les hablo, les grito, no me obedecen…mi razón, les exige y obliga que anden hacia donde yo les indico, pero ellos siguen sin escucharme, cuando oyen mi voz, se paran en seco y después siguen su camino, ignorándome….
Harta ya de la situación, un día les pregunte: ¿por que no me obedecéis? ¿Por que andáis a donde vosotros queréis y no hacia donde yo os indico? Ellos pararon, me observaron y después de un corto silencio me dijeron: ¡¡si que te hacemos caso!! vamos donde tu nos indicas, pero al “tu” q escuchamos, no es al “tu” de la razón, sino al “tu” del corazón.
Desde entonces los dejo que lleven su ritmo y soy yo, la que les sigue a ellos, son capaces de escuchar aquello que pronuncio y no logro oír. Lo llamo instinto.
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