Hoy vengo a hacerme cargo. Si, tranquilízate porque vengo a traerte soluciones, no más problemas de los que tienes. Si, ya sé que estás cansado de trabajar y de que no se te reconozca justamente tu esfuerzo. Sé que tus hijos no valoran que les das lo suficiente y tu mujer ya no es ni la sombra de lo que te hacía feliz y esperanzado. Y sé también que vives en un lugar gobernado por gente corrupta que te saquea a diario y cada tanto te llena de promesas de espectativas de progreso, para luego volverte a saquear. Pero ¿sabes qué? Aquí estoy yo para responder por todo eso. ¿Cómo que qué tengo que ver? No, nunca estuve con tu mujer; no te confundas, pero tuve alguien similar a mi lado que me defraudó como a ti, a la larga. Hijos no me dio, pero me imagino que me hubiese pasado lo mismo que a ti. Y sí, en donde vivo también reina la injusticia, no importa si puse mi voto en una urna para que así fuera, o si simplemente no me levanté en rebelión. Por eso mismo hombre, como jamás reconocerás que la culpa es tuya, vengo a hacerme cargo. Porque yo sí la tengo, porque me volví tan detestable que mi mujer cambió a mi imagen y semejanza y entre los dos destruimos eso que tanto nos costó erigir. Porque mi trabajo era tan esclavizante que siempre me proporcionaba un motivo para quejarme, y cuando tenía algun momento de descanso o celebración, llenaba ese tiempo con quejas y lamentos. Y así también perdí amistades, sobre todo aquellas que supieron hacer algo más que quejarse. Si, te entiendo, seguramente crees como yo que la culpa de todo la tiene el sistema. Pero, ¿sabes qué? El sistema lo creo mi padre, o tu abuelo, o el chozno de tu mujer. ¿Qué mas da, si era uno de nosotros en otro tiempo y lugar? Y, ¿quieres que te diga un secreto? Seguramente ellos lo hicieron porque creyeron que era lo mejor, pero por sobre todo, porque la gente se quejaba.
Por eso, hoy vengo a decirte que soy el culpable. Puedes gritarme, pegarme o denunciarme. No importa que tengas que hacer, pero hazlo, porque así comprenderás de una vez por todas que ninguno de nosotros no es ni más ni menos responsable que nadie. Soy el rostro del político que más aborrezcas, soy la arpía de tu mujer cuando te manda como si fueses un esclavo delante de tus amigos, soy el hijo al que te parece mentira haber concebido. Mátame si quieres, no opondré resistencia. Planéalo, no pretendo que pases el resto de tu vida en prisión por ello. Sólo quiero que comprendas. Que entiendas, de una buena vez por todas, que te quejas porque es fácil, y que mientras lo haces, otro vive por ti.
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