(se lee de I a VI o al revés, cambia la direccion de la "intencionalidad") es que empecé sobrio y ya no lo estoy más
I
Cuando hay tantas anotaciones falsificadas y nefastas, nos podemos refundir en un relave seco de tu amor. Y yo no voy a ir a combinar tu luz en mi espinazo con hedores dulces. Porque en las ceremoniosas castraciones de nuestra parvada de garabatos recalcitrantes, nos preguntamos cosas rústicas y sin sentido alguno. Porque nos comimos un plato gigante de tiburones helados y nos hizo pésimo, mi niña…Y yo tenía tantas ganas de rapiñarte un beso transparente y con él esquivarle un esquinazo al Diablo. Ni te lo imaginas, ni te lo imaginas.
II
¿Encima de los demases y lo faltante dejarías de mí una sola sanción sin correr? Deja pasar un rato nomás que sea este cuadrante de mala hierba en tu campo sembrado de sueños rosas, vajilla cara y vestidos blancos. Allá tras alguna de tus venitas más insignificantes puedo seguir existiendo si tú me lo permites, si tú obvias un momento tus heridas y te las aguantas. Yo se que puedes y que a veces quieres… yo también a veces quiero.
III
Hay un aforismo divisorio entre nosotros, una semilla extranjera, nuestra deuda externa como dicen. Yo desperté en el pavimento y la miel de mis labios se tostaba congelada a las 7 con cinco de la mañana guardado en una noche moribunda. – 4,4° C en el cuerpo y yo tirado, reinando en la intemperie acolchada de melancolía y culpas, culpas… un centenar de culpas, un montón de ellas, todas para ti mi niña cabizbaja.
IV
Arrolladora esa misma vez… a por ellos, a por ellos me azuzaste y los matamos a todos, a quienes me lastiman y adelgazan. Y te dije; te defiendo, te defiendo mierda de todo, de todo lo que venga. Y la colada que bajó del monte a desguarecerte fui yo desorientándome tranquilo, y el monte era yo mirando otro país tormentoso y atractivo. No quise desdecirme, andaba de gañán un rato. Igual me he arrepentido… quede pa’l pico. Mal, muy mal…
V
Por sobre nuestro se agujereaba la bóveda celeste, estaba yo allí con una alabarda, desde la tierra hasta mi mano, de ahí a la tropopausa y de esta a algún satélite perdido. Es que me malgastaba y atropellaba la costumbre. Nena-patria hostil, tampoco es que fueses inocente. Ni cagando… ni cagando.
VI
¿Qué cura nos prescribió la ira travistiéndose bajo nuestros tacos de madera corrupta y blanda? Ya me fui tan allá que no, que ni siquiera entiendo que huevadas quiero hablarte, y un te quiero y un lo siento no me alcanzan. Como quisiera poder amarte como niño, como bruto, como perro y no estar a la conchadetumadre lejos.
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