había escrito un cuento. me gustó tanto que la vida o mi cansancio lo borró. estaba sin muchas ganas pero, me volví a sentar en mi escritorio y volví a reescribirlo. trataba de un niño de cinco años que se pierde cuando sale por la noche con su abuelo hacia un parque de diversiones. tenía cinco años el niño. el frío lo mordía, la gente pasaba a su lado pero este no se movía, tal un búho... poco a poco el parque empezó a vaciarse y el niño quedó solo, solo con la noche y su silenciosa voz. dentro de él, lloraba, lloraba, deseaba algo que no tenía palabras. iba a llamar a su madre pero, estaba tan lejos, y no había nadie cerca. toda la gigantesca gente que pasaba por su lado ni lo miraba, era como transparente, muerto en vida, una ilusión, un sueño, nada, simplemente nada. vio cerca de él una banca. caminó hacia ella y se echó boca arriba. vio la enorme cara de la noche que le miraba. una que otra estrella pululaba por ella. vio la muda y hechicera luna que se ocultaba por grises nubes nocturnas. vio pasar un avión, el sonido de ventanas en lo alto de las casas. escuchó pasos de gente que corría en busca de calor ante un frío matador. lo recordó y se apretó la chompa, enroscándose como un perro, pero, no cesaba de mirar a la noche. le gustó su color y su belleza. de pronto creyó escucharle: ¿para qué vivir?. el niño olvidó que estaba perdido y habló con la noche. le contó que gustaría conocerle, jugar con ella, reír si podía, y, le pidió su amistad, para cubrir su soledad. la noche le miraba y escuchaba. un cometa pasó por los cielos, dibujando una sonrisa. el niño sonrió y el miedo se esfumó, el frío se alejó cuando encontró la cálida amistad... cerró los ojos y vio un destello de imágenes de formas variadas. un enano, unos perros, un árbol con manos y dedos, una casa llena de flores y gente que volaban por los cielos, como ángeles. ¿para qué vivir?, recordó el niño... abrió los ojos y aún estaba oscuro, mas oscuro que antes. tenía ganas de orinas. se paró y caminó hasta llegar a un jardín. se sacó su penecito y orinó caliente. le gustó el placer de sentir vaciarse su vejiga y cuando terminó, se cerró su bragueta y volvió a su banquita a mirar la noche. de pronto unos perros se le acercaron... lo olisquearon. bufaron, mientras encrespaban sus dorsos. el niño vio como la manada de perros se revolcaban por la calle, se olían sus sexos, se mordían en silencio y siguieron corriendo hasta perderse por la oscuridad de la noche. el frío volvió y se volvió a enroscar. cerró los ojos y viajó lejos, en sus sueños, tan lejos como ese cometa... vio tantas cosas: niños, muchos niños jugando con pelotas y enanos y palomas y perros y toda su familia que vestían como payasos... de pronto escuchó un sonido seco. abrió los ojos y advirtió que estaba en una cama conocida. era la de su casa. escuchó voces, eran sus padres y su abuelo. se levantó y caminó hasta llegar a la ventana de su cuarto. miró hacia arriba y un cometa pasó por los cielos, dibujando una sonrisa a la noche. sonrió y supo que tenía un gran amigo, y para toda la vida, y para mas allá de la vida y las cosas. sí, eso sintió. luego, se acostó y soñó con un hombre de mas de sesenta años que sentado en un escritorio, escribía un cuento acerca de un niño, y de una mágica noche...



san isidro, julio de 2007