Estaba comiendo Milanesa con Papa Frita cuando de repente Milanesa le dijo a Papa Frita:
-¡Che papa frita!, ¿no te parece que a este pollo le falta limón?
A lo que su compañero replicó:
-¡Momentito! Yo no soy ningún papa frita, yo soy Papa Frita que no es lo mismo.
-¿Y yo que dije? Papa Frita.
-No, lo que vos dijiste fue papa frita, adjetivo calificativo y no Papa Frita, sustantivo propio que sin ir más lejos es mi nombre.
-Bueno, no te chivés. Pero decime si a este pollo no le falta limón.
-En todo caso –respondió Papa Frita masticando una tocaya-, al limón le faltará pollo porque lo que estamos comiendo es faisán.
-¡Ah! –exclamó Milanesa con la boca llena de papas fritas y faisán-. Bueno, entonces, ¿no crees que al faisán le falta limón?
-En todo caso –Papa Frita esbozó una respuesta de idéntica estructura gramatical- al limón le faltara faisán porque a lo que le puse limón fue a la ensalada.
-¡Ah! – volvió a responder Milanesa -. Con razón, todavía no probé la ensalada.
Hicieron silencio durante un rato que ocuparon en degustar el almuerzo.
Nuevamente Milanesa comenzó el coloquio retomando el dialogo:
-Che, papa fri…-se interrumpió al ver la perfecta cara de asentaderas que mostró su compañero.
-Perdoname -se disculpó-, es que no me doy cuenta.
-No es nada -le contestó Papa Frita masticando una ídem-. En realidad la culpa fue de mis padres que eligieron ese nombre.
-¿Y tus viejos como se llaman?
-Mamá Frita y Papá Frita.
-Mira vos.
-¿Y los tuyos?
-Mi papá se llama Pan Rallado y mi mamá Bife de Lomo, el apellido Lomo lo había adquirido en su primer matrimonio.
-Ah.
Milanesa consultó su reloj y se preparó para retirarse.
-Bueno, la comida estuvo buenísima. Espero que un día de estos vayas vos con la patrona y los pibes a comer a mi casa.
-Hecho. Aunque no creo que tu casa tenga buen sabor.
-Chau. Saludos a mamá Frita.

Un cuento muy lindo de "El pez por la boca come", de Walter Koza.