Y ella sigue hablándome en viajes oscuros
y me guía a través del océano.
Las sombras del bosque me rodean y bailan, no sé qué quieren decirme.
Estrellas lejanas alumbran mi noche; para mostrarme sus huellas o para recordarme que la luz está lejos y aquí hay sólo oscuridad.
Yo sigo buscando su magia, su valle encantado.
Mis manos atadas a la Luna, no puedo dejar de correr, el viento me lleva con su rumor maldito; y mis giros se repiten una y otra vez.
Detrás del Árbol, el ángel, detrás del Árbol, seré envuelta en sinfonías extremas, detrás del Árbol, el abismo de la muerte.
El alba baña de sangre los cielos, quizá una señal de que debo despertar.
¿Llegaré al negro mar de terciopelo? ¿Recibiré la bendición; consumiré mi alma en el fuego?
Mis frías lágrimas apagarán la llama, el sol fundirá las nieves eternas y acabará la fantasía dorada.
La esfera celeste jamás alcanzaré; mi sueño será un sueño hasta el final de los tiempos; y él me despojará lentamente de todo impulso vital que quede en mí.
Las melodías cesarán, me sumiré en oscuridad; no en un sueño eterno sino en castigo ciego.
Ya no habrá inocencia; no habrá perdón; sólo la carga del tiempo perdido y el miedo a que el abismo sea interminable.
Nunca más la risa de un niño, nunca más un sueño infantil; la brisa del último vuelo cortará mis alas y las hundirá en el mar.
Y ella sigue hablándome con su voz de sirena, su encanto me posee y no me deja escapar.
En sus ojos, verdes lagunas, perderé mi último aliento; luego será todo negro, mi sangre se helará, ¿porqué sigo corriendo hacia el mar?
Y ella sigue hablándome en sinfonías de ángeles; anuncia que el sueño es eterno; me engaña con su brillo.
Y yo sigo creyendo que algún día, aquel que trae la luz me encontrará.
[Lo escribí hace demasiado... Significa otras cosas ahora] |