Santiago a mil. Entre los puños marcados de los Andes, a la vista de los Santiaguinos, comienza a amanece y crece la vida. Mientras la ciudad despierta, el río Mapocho cruje, y las calles de la Alameda se llenan de pisadas poco nobles, que arrasan con la masa andante.
Sin compasión la Cordillera de los Andes, solo observa a esos animales y vagabundos sin cause.
En el ala Sur, intenta sostenerse esa sociedad que cada día lucha por mantenerse.
La vega se viste de colores, entregados por nuestra tierra, mientras que la gente de los campamentos pasa frío, he intentan caminar entre la línea de la pobreza y muerte.
En el ala Norte, están ellos..., los pudientes. Que pese a que también tienen ojos, no son capaces de ayudar al ignorante. Solo desayunan frutas frescas, y hablan de su cofre.
Entre los puños marcados de los Andes, viven los pobres y ricos; Yo vivo en el presente, tratando de comprender la des igualdad asquienta, que me carcome y me deprime.
Observo y me pregunto, porque los que se sacan la cresta, son siempre los más pobres.
Porque esta linda cordillera, no cobija al ignorante y lo eleva por los aires.
Entre los puños marcados de los Andes, existo y entrego mis pensamientos, sobre esta Alameda marchita que me obliga a salir adelante, y me anima a ayudar a esos ojos tristes, que siempre tendrán una mirada noble, entre las calles de un Santiago a mil.-
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