La vejez 2da. parte
Al leer los comentarios de los que leyeron el primer artículo mío sobre la vejez, alguien me preguntó al yo escribir la siguiente frase: , si no me importaría perder la experiencia de los años vividos al rejuvenecer.
Oh, no niño……………vamos a parar el carro. La experiencia mía adquirida en los casi 70 años de vida, me costó casi 70 años de vida!!! Casi tres cuarto de siglo en los cuales la vida me hizo sufrir, reír, gozar, alabar a Dios, proferir improperios contra Dios, hasta que me di cuenta que el pobre Dios, no tiene la culpa de mis burradas, y llegué ahora a un estado de conocimiento en que todo día puede ser una nueva aventura. Que eso sólo depende de mí. Por lo tanto, si mañana bajase un hada madrina con su varilla mágica como en los cuentos de hadas y me preguntase: dime Viola, tengo el poder de sacarte cincuenta años de encima, es decir te dejaría como cuando tuviste 20 años, con todas tus ilusiones, sueños y conocimientos de ese entonces, lo aceptarías? Me pueden creer, que sin pensarlo dos veces diría, ¡no gracias!. No se ustedes, pero yo era por los mediados de los años 50 del siglo pasado una joven estúpida, engreída que esperaba su príncipe azul, que creía saber mucho, y que no sabía nada, sin ninguna experiencia de vida, que le interesaba más lo que vestía exteriormente, a que darle de vestir a su interior. Que creía a cualquier hombre que le susurraba en los oídos palabras sin sentido que yo creía como el amen en la iglesia, y así me iba al fin de la aventura, sufriendo y llorando como una Magdalena. Que quería formar una pareja, tener hijos (me pregunto para que) que creía en los finales de los cuentos “y fueron felices para toda la vida”. Ahora 50 años después, pasé por dos matrimonios, gracias sin hijos, sigo teniendo ilusiones pero más apegados a la realidad (sin ilusiones, no se puede vivir creo yo), con un bagaje de conocimientos llamados experiencias que me ayuda a ayudar a personas más jóvenes que el Destino pone en mi camino. Digo ayudar, pero me he dado cuenta que la experiencia debe ser vivida por uno mismo para que se prenda dentro de uno como una sanguijuela. De nada sirve que se le diga a alguien “no hagas tal cosa, que te va a salir mal”, porque ese alguien está muy seguro que a él le va a salir bien. No se porque se cree eso, pero así es. Hasta que ese alguien pasó por esa experiencia y se dio cuenta que le pasó lo que le habían pronosticado. Y entonces comienza el lloriqueo y el decir “¡si te hubiera hecho caso..etc..etc..etc.! Así que sigo dando mis consejos a quien me lo pide, sabiendo ya de antemano que le va a entrar en un oído y salir por el otro. Pero eso a mí no me tiene que preocupar.
¿Por lo tanto se puede entender ahora porque me negaría de recibir ese regalo del hada? Porque llegado casi al fin de mis días (algún año más o menos no lleva la cuenta hacia atrás) estoy muy satisfecha de haber acumulado arrugas, aunque no muchas, porque cada una da cuenta de los años en los cuales la vida ha trazado con cincel su conocimiento en mí. Y eso depende lógicamente de la persona que es lo que le importa en la vida, si una belleza física o una belleza interior. Y yo elijo una belleza interna. Gracias por leerme.
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