… tenía ganas de un café. bajé de mi cuarto y calenté un poco de agua, hacía mucho frío. saqué un pocillo, el azúcar, la cucharita y el café... todo tenía menos el café. ya estaba en pijama, era media noche. pero, quería una taza de café. me puse unas sandalias y una frazada, y con un poco de dinero salí a la calle a comprarme café. la calle estaba mojada, y seguía lloviendo sin parar, y el viento soplaba como nunca. pensé en el fin del mundo cogiéndome en sandalias en busca de un café... me reí y caminé por la acera mojada. parecía estar en un espejo con las luces apagadas. era bello. de pronto vi que había un gran charco de agua entre el surtidor de café y yo. no lo dudé y pensé en que tendría que ensuciarme las sandalias, mis medias, o, sacarme las medias y las sandalias. me las saqué y caminé en medio del charco de agua que, para mi asombro, estaba tibio, cálido, como si besara mis pies. me gustó mucho y me desnudé por completo y me mojé todo, todito, como un sapo en su charco... me paré, me puse la frazada y seguí caminando sin sandalias hasta llegar al surtidor de café. metí unas monedas y salió un sobre de café. lo saqué y retorné hacia mi casa. llegué y el agua hervía. me sequé los pies, me puse las media, sandalias y me senté a tomar mi café. fui feliz, muy feliz de haber hecho una de esas cosas que se me ocurren tan solo cuando escribo, o cuando siento que soy tan libre como aquel sapo en su charco... terminé y me fui a lavar los pies. todo estaba tan bien, así como el café que tomé...
san isidro, julio de 2007
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