No quería verla llorar,
pero derramó sus lágrimas,
me tenía que marchar,
pues sólo quedaban espinas.
La rutina nos mató,
acabó con nuestro amor,
no se como sucedió,
pero se secó la flor.
No alimentamos la luz,
no regamos el jardín,
no soportamos la cruz,
por eso, hoy es el fin.
Yo me declaro culpable,
no la culpen a ella,
es mujer incomparable,
pero no supe quererla.
Siempre me dió mi lugar,
nada hay que reprocharle,
a mi se me debe culpar,
por no saber valorarle.
De mañana había un beso,
un saludo muy efusivo,
más no valoré eso,
me volvía muy esquivo.
Siempre buscaba complacerme,
envidia todos tenían,
yo nunca supe quererle
como ella lo merecía.
Ahí tenía el tesoro
y lo buscaba en otro lado,
vale más que el oro,
aún estoy enamorado.
No le dedique mi tiempo,
y el amor se hizo cenizas,
y ahora me arrepiento,
no gozaré sus sonrisas.
Cuantas veces me abrazó,
y probé su dulces besos,
también ella me consoló,
cuando no había algo bueno.
Yo me tengo que marchar,
pero ella no es culpable,
y si algo hay que pagar,
a mi deben de cobrarme.
Nadie toque a esa mujer,
ni con el petalo de una rosa,
pues ella debe valer,
lo que vale una Diosa.
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