Estaba a punto de estallar, ya era demasiado, el sol se había marchado con su lunática amiga y bailaban en la plena oscuridad de los eclipses
Y ella que nada era, no valía una estrella para su sol, no estaba viva siempre
Y lo peor era que al cambiar de forma su amor no la reconocía a veces
Una ventaja existía, siempre podía ser una nueva, sentirse distinta y esconderse cuando no se gustaba, al menos esos días en que amanecía negra, tan oscura, tan en tinieblas...
Y ya no podía mas, la mordaza del amor le expulsaba a quien sabe donde ese invisible corazón, y en traje de brillos llegaba el sol... mañana será igual –se decía- ¿que hago?, ¿que hago con tu amor?... abrázame en un sueño, muéstrame quien es Dios, dame de tu universo, yo te doy de mi sinceridad... alcanza para dos- escúchame por favor, sol... amor-.
Cada día, el renovado señor salía a recorrer su reino, su cielo, e incendiaba los amores de los bosques, descubría las bondades del agua, encontraba desnudos los sentidos de los de abajo, los calores de los cuerpos, el sudor, los mareos, y seguía enamorando al color negro.... era un día normal, excepto que ella cambiaba de forma, y esta siempre entre otras, oculta, esperando el momento, aguantando estallar en un aguacero de lamentos, de escampar su ser, dejar de ser esa flébil mujer... o lo que pretendía parecer
Basta- se dijo- lo puedo hacer, hoy soy lo que quiero, hasta mas bella que la blanca luna, hasta un templo de planetas o una estrella taciturna... puedo ser mas que una nube que no aguanta su llanto y ama su sol con locura.
Se armó de valor, lo buscó, se presentó, cada día era una aventura de los mas lejanos sueños encontrarse con su amor, en la esquina del cielo, en la calle cuatro estrellas, avenida de las aves, cuidad libertad...
-“hoy cumplo años sol”,
-¿ha si? ¿Cuantos?
Los que llevas iluminándome, los que llevo aguantando un grito de papel para no quemarme con tu ser, mordiendo mis labios para no ahogarte con mi religión de los besos y declararte a Dios...entre los dos... Y la nube, al abrazarse con el sol, lloró, lloró mucho, todo lo que aguantó lo sacó por fin, y por un momento apagó el brillo del sol, el día se nubló... la lluvia calló... y la luna, no encontraba su amarillo amor, para recordarle la cita de eclipses que tenían en un momento mas. Besos con sabor a merengue y miel se esparcieron en el cielo, estaba permitido ser dos, ese día en que la nube conoció “su amor”, ese día en que el sol jugó a las escondidas con las divas del cielo, y engañó a la luna con la inestable mujer de los ambiguos deseos eternos.
La costumbre trozó un poco de pasajes a su amante y al sol, para que cada tarde, después de los eclipses se encontraran, y consumaran su amor... la lluvia caía, la nube lloraba de emoción y el sol apagaba su brillo para ser los dos bandidos del cielo, tenían derecho, ocultos tras los trajes de lo prohibido, mirando un horizonte, descifrando el pequeño infinito... Y no habían pruebas para condenar los encuentros efímeros de ellos, pues los errores del cielo, no se pagan en el infierno...
Y los humanos allá abajo conversaban entretejiendo ignorancias del mal clima en el cielo, y algunos sonreían por su pronóstico cierto, y otros creían que el sol había muerto, otros seguían repitiendo: “los ángeles están llorando”
Y todavía faltaban temporales por venir... y mas encuentros clandestinos en el cielo...
|