una noche mas viene. una tarde mas se va, y siempre yo, siempre yo, viendo girar todo el meandro existencial, así como wilde mirando por la ventana de su jaula... me siento muchas veces el centro de esta entelequia, un sin número de conceptos flotan por mi conciencia. me encuentro preso, y a la vez, libre de coger la llave y salir volando, a pesar que tengo alas de papel... ¿vendrá el viento? ¿la alegría vestida de hada madrina? quisiera creer que todo se hace bello, quisiera que esta noche se desnuda ante mis ojos y se muestra tal cual es: un espejo que revela mi universo interior.

hace mucho que espero desde este sitio. mis padres no están mas. hermanos tampoco. estoy sentado en una silla, frente a un escritorio que no es ya mío, y escribo mientras viene el dueño de este sueño, y pueda despertar de su sueño o el de alguien que aún no reconozco. ¿será hombre? ¿mujer? ¿gnomo? ¿perro? ¿sueñan los animales?

espero y mientras la luz de este instante aún no se apaga, suelto mis riendas y salto al vacío, y caigo, caigo como un piedra hacia el fondo de este vacío. todo se hace pequeño. la verdad está mezclada con la mentira, como una moneda. decido. tengo que decidir. hago un alto y con mis alas de papel floto porque quiero flotar y floto y espero que cuando toque piso, haya una mansedumbre de paz en el piso...

nada, he caído en este sitio y aún estoy sentado en una silla, pagado a una máquina de escribir, y mis dedos se mueven sin parar. debo de estarme quieto si quiero ser yo mismo, pero, ¿quién soy yo?... mejor continúo escribiendo acerca de este momento en que la vida tiene música y es encantadora, y noto que mi alma flamea como una mariposa, y soy tan feliz hasta que este momento explote frente otro momento tan real que el anterior. puede que aún siga yo, o el que escribe estas notas...

nada, absolutamente nada. soy un ente, un texto, eso metido en estas líneas y se siente que todo es así. plano y sin mas sorpresas que mis dedos al moverse. he leído cerca de cuatrocientos nombres de escritores en la web. todos ellos son conocidos dentro de su mundo, todos menos yo, que aún no soy famoso, o no he ganado un solo premio, un centavo. cogí un nombre al azar y leí: robert walser. está muerto. hace mucho. dice que no deseaba ser reconocido, mas bien quería desparecer así como bartleby de melville. me gustaría ser lo mismo, pero, en verdad, estoy mejor que walser, aun no existo como él, ni sé si existiré, aunque sueñe con ello. mejor dejar las cosas en su lugar de origen, es decir, yo en mi centro laboral, leyendo hoja tras hoja de la oficina de registro y comer a la hora en que hay que comer, mirar lo mismo, y soñar las cosas que jamás haré o realizaré en esta vida, o, quién sabe, después de la muerte.

ya se termina este lugar, este momento, y la puerta está sonando. me hago sombra y soy invisible para el dueño de esta máquina. espero que no lea nada, si es que se sienta en la silla en que estaba. es un tipo pequeño, de no mas de sesenta años, calvo, de perfil triste, se siente que es un alma desolada. no creo que guste escribir, no, no lo creo. le veo sentarse y tiene unas manos poderosas, dedos grandes y rosados, sus uñas lucen brillantes, sus ojos aún no despliegan el brillo de un genio, pero, poco a poco siento que mis líneas se esfuman por el techo. quiero dejar de ser lo que soy pero nada, todo se vuelve nada cuando noto que los ojos de aquel hombrecito se ponen frente a mí... y brillan como dos focos, haciendo que todo sea transparente, así como este sueño despierto...



san isidro, julio de 2007