La última vez que soñé que alguien me amaba
desperté llorando.

Lágrimas de felicidad y terror
recorrían mi rostro
que guardaba un expresión de incomprensión
hacia un mundo en el que todos odian.

Intentaba retener agua en mis manos
para mojarme la cara
limpiando los restos no visibles de las lágrimas.
Pero el agua se escurría entre mis dedos
como todo lo que he tenido en mi vida.

En la cama nuevamente
no logré conciliar el sueño
y tampoco quería hacerlo después de ese sueño.

Desde entonces sueño despierta
con un mundo en el que se puede amar,
con un mundo en movido por el bien
y en el que el odio no sea sinónimo de seguridad.

"Bienvenido a un lugar especial" me digo cada vez que cierro mis ojos sin dormir.

"Bienvenido a mis sueños"
es lo que sueño decirle alguna vez a quién lo merezca.

La última vez que soñé que alguien me amaba
no quería despertar
y encontrarme sola nuevamente
en esta carrera humana.

La última vez que soñé que alguien me amaba,
lágrimas de felicidad e incomprensión
inundaron mi cuarto.

Luego de ese sueño
no soñé más
y tampoco quería hacerlo.