El Rio Indio divide dos terrenos.

Llegamos, cubiertos de agua
llenos de intrigas cansados de mala alimentación.

De caminar cansados, moral en alto.

Corto y suave, es un bello lar.

La humedad me refrescó,
el sudor se me confundió con la niebla, y los árboles cortos y "gordos" llamaban mi atención.

El río divide los terrenos del norte,
los separa de un bello lugar guerrero llamado: El Sur.

El hambre fue mitigada con el aprecio de los campesinos.
Era tarde la llegada mía;
con uno más y el botero.
Llegamos antes que muchos, que atrás habían quedado.

Nos juntamos para calentarnos
y contar los días pasados;
y con mucho apremio mi hamaca colgué.

De nuevo; mi ángel, llamo a mis sentidos, cerciorándose de explicar todo.
Los pelos de punta; despertaron mi cuerpo
(de mancebo guerrillero, joven estudiante),
y el alba apareció
estando con mis ojos absortos de tanta virginidad natural.

Dos huevos cocidos quisieron plagar mi hambre.
Un café amargo, talvez, limpió mis hongos fisicos, frescos, dolorosos, dolorosos.
El sol brillo