PROCESO DE PAZ


A la sangre inocente derramada en todos los bandos...


La oscuridad. Siempre la oscuridad. Y el silencio, roto solo por los mosquitos zumbando en la cara. Humedad y la sensación de calor que se pega sobre el sudor que inunda la frente y nubla los ojos.

“¿Dónde esta este hijueputa?. Me dijo que lo esperara aquí atrás”. La oscuridad. No se oye nada. Un silencio que se mete hasta que los pensamientos se vuelven una pared blanca infinita con un pequeño punto negro en su centro. “Me dijo que esperara la señal. Pero no veo nada”. Una corriente angustiosa que baja por la espalda calentando el sudor en la camisa. La soledad. Tan grande...

Y llegan los pensamientos traídos por el miedo. “¿Yo que hago metido en esta mierda?. Vida hijueputa.. Que por la libertad. Que mierda, que por el país. Que va, por la cucha. Uno es muy güevon pensando que así sale de tanto berraco problema. Pero vea ahora, metido en este mierdero”.

De pronto el sonido. Adelante. “¿Será que este man se metió pa´l frente?. Me dijo que esperara la señal. Pero cual señal?”. Un sonido más audible. Algo adelante.
“¡Este malparido no me busca !. Me voy a meter más pa´alla pa´ver que...”.

Varios sonidos. Muy fuertes. Uno tras otro. Un golpe en el pecho. Muchos golpes en el pecho y volar hasta llegar al suelo. Ya el aire no entra. Ya las palabras no salen. Un calor húmedo que brota de las costillas y baja hasta las piernas. Luego el frió. Mucho frió. Las sensaciones que van cayendo poco a poco. Aparece la oscuridad.

Y la señal no llegó.



“Solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente...”. León Gieco