tenía a mi hermano frente a mí. mas de treinta años nos separaban, era mi hermano. sus ojos oscuros, negros como dos huecos, se fijaban en mi. ¿eres tu?, preguntó. le dije que sí, que durante años no sabía que tenía hermanos, que siempre había vivido en casa prestada, y que tan solo ayer tuve un sueño, y que en ese sueño un hermano al cual jamás había visto, venía a buscarme para darme algo de la familia. le dije que desde que tengo uso de razón, nunca nadie me ha dicho hijo ni yo he dicho papá, mamá, nada, siempre solo, laborando para los de casa, y en ese sueño esa persona decía que era mi hermano, mayor que yo por mas de treinta años... eso le dije, y luego, este hombre, enorme, vestido de harapos, pero con un cuerpo fuerte, se paró de la silla en que estaba sentado y me dijo que sí, que era mi hermano. ¿cuál es mi nombre?, le pregunté. me dijo que "pedro". me gustó ese nombre, le pregunté por el suyo, sonrió. acercó su carota hasta mi oreja y casi en susurros me lo dijo... "jesús". lindo nombre, le dije, volvió a sonreír para luego alargar sus manotas y acariciarme la cabeza. quería tocarle pero mis manos estaban ensangrentadas, clavadas sobre un tronco, a mi lado habían otros dos que gemían mientras yo disfrutaba de ese gigante que decía ser mi hermano. de pronto el dolor en mis costillas y piernas aumentaron. mi hermano me miró cuan alto y fuerte era y me dio un beso en los labios... fue hermoso. abrí los ojos y la noche se había vuelto día, el dolor no estaba, el frío tampoco, nada, nada. mis manos estaban libres y mis pies y heridas no estaban mas. bajé de esa cruz y vi que estaba solo. a la distancia había un número grande de personas y todos caminaban tras mi hermano, mi enorme hermano. le llamé por su nombre y este volteó y con las manos, me llamó. corrí con todas mis fuerzas hasta que llegué a juntarme con las miles de personas que estaban a su lado. quise acercarme mas pero era imposible. caminé junto a ellos hasta que todos se sentaron y pude verlo tan enorme como era. nos habló de que éramos hermanos y que nada nos separaría jamás... alargó sus manos como si pudiera abrazarnos a todos. en verdad, pude sentir sus brazos que envolvían hasta mi alma. cerré los ojos y quedé dormido, junto a los miles de hermanos que estaban a mi lado...



san isidro, julio de 2007