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Inicio / Cuenteros Locales / albertoccarles / DIALOGOS I

[C:30008]

comenzando...

Él quería iniciar el diálogo, y preguntó con tono estúpidamnte docente:
-Decíme, ¿vos te sentís sola?
-Estoy sola la mayor parte del tiempo...Creo que soy sola- respondió ella.
-No lo parece-él olió que ésa no era la entrada.
-¿Ah, no? ¿Y qué te hace pensar así?
-No me da la impresión de que sea así...En eso no te creo demasiado...Me cae que...-ya no sabía por dónde andaba.
-Ustedes siempre creen que, con su sola presencia, pueden ahuyentar a todos los fantasmas de los alrededores, levantar todas las barreras, y penetrar todas las corazas (sin analogías, se entiende)- y rió brevemente con una risita nerviosa.
-¿A ver cómo es eso?
Ella parecía tener la clave, y él se dejaría llevar por un rato.
-Que ustedes no son la única llave, ni la mejor muchas veces para abrir la “caja de pandora” femenina...es tan cierto como...
-Ni lo pretendemos...
-Hablá por vos mismo, porque la gran mayoría...No parecen entender que nosotras...¡Sí, nosotras!, también tenemos problemas existenciales...¡como ustedes!
-Desde ya...más vale....- Él no parecía encontrarle la punta al hilo de Ariadna, y repetía frases cortas mientras intentaba pensar con rapidez.
-Si todo se resumiera al acercamiento físico de la pareja...¡Ya está! A la cama, y a otra cosa, ¿no?
-No siempre...Al principio puede ser, pero después uno busca otra cosa, algo más...-Como ella no respondía, continuó:- Pero volviendo al tema de la coraza, a veces se puede quitar, abrir o romper, siempre que exista la voluntad de hacerlo, y no de mantenerla como un techito protector de la intemperie.
-Voluntad de quién? Voluntad de qué lado?
-De ambos.
-¿Y si ese “ambos lados” es una ilusión, fabricada para pasar el tiempo, para disimular la soledad?
-¿Y qué hay con eso? En disimular la soledad quizá esté el verdadero secreto
de...
-¡Dejáte de macanas! ¿Qué vas a decir? : “¿...de la felicidad?” Ja, ja, ja.
-Parece que hoy no se puede hablar con vos. Cuando se pretende tocar apenitas tu caparazón, te enrollás como un puercoespín..-Ahora, sí, preparate nena..
-Es que detrás de la primera viene otra, y luego otra, como las capas de la cebolla.
-Cuyo corazón interior siempre es suave y tierno-.Vamos, que ya amanece.
-Si lograste cocerlo bien, sino apesta-. Ella tosió, como si hubiera aspirado una bocanada agria del vegetal.
-Si vamos el centro de las cosas- propuso él, decidido-, yo no pretendo más que percibir tu presencia-. Parecía convencido. Y quería convencer. Completó:- Saber simplemente que estás allí.
-¿Y te sirve eso? ¿Te conformás así?- Ella no se desprendía del tono escéptico, que le caía por dentro, por ahora, con viso de autenticidad.
-No digo ni hago nada para que me sirva. Me surge buscarlo, como una necesidad instintiva...
-Sí, ya conozco esa franela. Y la búsqueda del instinto socializante importa más que el instinto sexual, que pasa a segundo término...Y bla, bla, bla...- El tono de ella iba alejándose del sabor genuino. Parecía estar bebiendo el fondo ácido de la botella. Finalmente rió:- No me hagas caso...Cuando necesito algo que no sé bien qué es, me pongo insoportable...
-Y entonces...
-Entonces zamarreo al primero que se me cruza...
-Y hoy me tocó a mí. Afortunado poseedor del privilegio...Pero yo tampoco soy muy dócil, que digamos-. Ofrecía tablas él-. Hay días en que las cosas son mejorvenidas que en otros. Nada más. Y entonces aprovecho y opto por un humor más directo, con menos ironía...En definitiva, creo en la posibilidad del flujo de corrientes de comunicación entre nosotros, y en esas circunstancias, me siento optimista y con capacidad para romper el aislamiento..
-¡Guauu! Me alegro por vos. Sinceramente...- respondió ella, con suave tono-. Yo aún no logro sintonizar esa radio...Ya ni me acuerdo cómo se hace...
-Puedo ofrecerte otra antena...
-Aceptado. Pero no creo...
-Ojo, nena, que no soy voluntarista ni vendo guías de autoayuda...Me gusta tanto escucharte como que me escuches....
-A mí, también. ¡Creéme!
-Entonces...¡dejémoslo correr! A mí me gusta más el rumor del río que la quietud del lago.
-Y a mí me gusta más observar la placidez del azul de un lago, que contemplar las cabritas encrespadas de los rápidos de una corriente de agua...
-Sí, señora...Te dejaste llevar y te sienta bien. El literario es un sitio cómodo y gratamente amable donde encontrarse...
-Siempre que no intentes algo como “Quién le teme a Virginia Woolf”...
-O no lo encares con pedantería ombliguista, que es más común que el genio de esa señora...
-Ja...me gustó eso de “pedantería ombliguista”. Suena a una visión xy de la cosa.
-No necesariamente. Puede resultar nada más que otra versión de la coraza...Por eso es que a mí me gusta más leer que escribir...Escribir me resulta siempre enervante, y la mayor parte de las veces, frustrante...
-Como todo- agregó ella, algo aburrida- hay que saber hacerlo bien para divertirse...
-No me refería a eso...Sí, de acuerdo- y volviendo a su pensamiento:- Me refería a que escribís algo, la idea te gusta, te resulta casi maravilloso el flujo de palabras que nace, y crece incontenible y los dedos frenéticos las van recogiendo con extraordinaria facilidad, y cuando terminás, estás convencido de que has escrito una obra para la posteridad. El yo desborda de entusiasmo; querés comunicar al mundo entero la buena nueva. Pero como el interlocutor inmediato generalmente no atiende o da ocupado, guardás esas cuartillas en un cajón, o en algún archivo del disco rígido, con la idea de releerlas mañana o pasado...Y entonces viene la prueba irrevocable: Si la pasa, avanzamos. Y si no, al cesto y a otra cosa. Y lo grave en este caso viene con eso de: “Pero mirá si seré b..., entusiasmarme con esta basura”. Y la convalescencia es ardua con ese yeite de la despiadada autocrítica...
-Pero vos lo hacés siempre muy bien- .El tono de ella era exasperantemente adulón.
-No acepto eso. Vos sabés muy bien a lo que me refiero. Si mi reloj no da la hora, los demás me importan muy poco...
-Guauu...esa frase me confirma que acierto en lo que digo...Pero si se detiene tu reloj, te queda todavía el movimiento de la tierra, con el sol y las estrellas...
-Si no lo aceptara así, sentiría que estoy traicionando...
-¿Traicionando... a quién?
-Pues a mí mismo...
-Te compro esa percepción. Yo, dentro de mi coraza, no llevo demasiada autocrítica...
-Podrías probar...Hay que...
-Hay que, hay que, hay que...¿No suena mejor sugerir, presumir, adivinar, presentir?
-Me gusta ese hilo...
-Paremos un poco, que estoy algo cansada, y te confieso que no sé muy bien por dónde andamos...
-Y querés cerrar el canal. Si, “hay que” aceptar- y él rió con el énfasis- que las cosas tienen límites.
-No sé si son límites...o si la finitud es una condición ineludible de una realidad que está allí para quien quiera verla, y no aceptarlo...
-Es desvirtuar lo que se da naturalmente como espontáneo y natural.
-Exactamente.

La chispa simultánea los encendió y se volvieron, el uno hacia el otro, con la necesidad de encontrarse en esa otra realidad que ahora se les ofrecía, abierta, húmeda y tibia y de creciente intensidad. La coraza, allá en el piso, en un rincón, junto a las ropas entremezcladas de ambos.
Él estiró un brazo buscando música en la radio, y ella trajo en una mano el vaso con hielo y un líquido color ámbar a medio beber...

Texto agregado el 13-03-2004, y leído por 582 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
14-03-2004 Cuando emepece a leer el cuento, me dio la sensación de ir en un autobus en el asiento tracero y elos delante platicando. No sé por que se me vino esa imagen. Son dialogos ricos en la apreja, la busqueda, el finteo, el raun de sombras y después- que fue donde me sobresalte, pues yo segía necio en la imagen del camion- Es en la ruptura de la coraza biologica como un medio mas? Colega excelente un abrzo ruben sendero
13-03-2004 Como Alberto Girri, que volvía locos a la gente de La Nación porque entre la entrega de los originales y su publicación, él ya había realizado otro texto a fuerza de corregirle, estos diálogos son estupendos. Me deja la sensación de estar sentada en la mesa de al lado, escuchando por proximidad e instalándome en uno u otro personaje. Ricos, ágiles, con contenido. Bien por ud doctor. Un abrazo hache
13-03-2004 En el lenguaje de los cuerpos quise decir, no de los textos, en fin, parece que no me he despertado del todo aun. MCavalieri
13-03-2004 Qué bien logrado está el diálogo, las definiciones, el perder el hilo para luego encontrarlo, las murallas que ponemos para no mostrar lo que somos, murallas que se derrumban solas en el lenguaje de los textos. Qué difícil es a veces utilizar las palabras. Excelente texto. Un beso. MCavalieri
 
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