Nota inicial: Parece que no regreso a la columna con el pie derecho. Había escrito sobre los pastunes pero cuando piqué el botón de "enviar" algo pasó que se borró todo... no quise retomar el tema, así que aquí traigo a colación otro, que ya tenía escrito y que puede resultar un poco críptico dejando pendiente el de los pueblos pastunes para mi próxima intervención
CIBERDELIA
Parece que fue ayer, pero en realidad hace ya más de siete años, que leí un fragmento de Velocidad de Escape de Mark Dery en un dossier de esos que parecen popurríes y que reparten los profesores de cursos, diplomados y demás. En su momento me dejó con la boca abierta (¿era altamente impresionable?).
Busqué ese libro por aquí y por allá (aquí y allá se reduce a las librerías de Coyoacán) pero no estaba.
Años después, encontre al obscuro objeto de mi deseo -sin buscarlo- en una librería de Paseo de Gracia. Lo encontré en enero, solito en el estante, con una pequeña herida en el lomo y un descuento considerable.
Me lo llevé. Lo leí.
Me di cuenta de lo vieja que estoy y lo rápido que caducan los conceptos y las ideas frente a lo permanente que son mis ansias por poseer.
A medida que leí el libro de Dery, me sentí como destripando una novela ciborg, como dentro de la película Nirvana, como si la experiencia cibercultural estuviera más enfocada a crear personajes frikies con tatuajes mecánicos y dispositivos para el cibersexo. Al final del texto apuntará sobre los peligros del posthumanismo. Menos mal, porque empezaba a echar de menos un input en los dedos. También es verdad que matiza diciendo que finalmente las cibertribus son prismas que refractan las cuestiones centrales de la cibercultura (respiro aliviada mientras miro con suspicacia mi mouse ergonómico).
La primera parte del libro (Ciberdelia) me gustó mucho por una ecuación personal que tiene que ver con flowerpowerismos y también por la forma de trazar el camino de la cibercultura.
Detengo con alfileres una cita:
"Felsestein intentaba combinar su entusiasmo por el radicalismo político del movimiento por la libertad de expresión en Berkeley y su obsesión por la electrónica en un momento en que los radicales veían toda tecnología con desconfienza. Él y otro hacker activista, Efrem Lipkin, crearon en 1973 un tablón de anuncios electrónico en San Francisco llamado Community Memory. Dedicado a la idea de que la creación alternativa de redes era una actividad que daba poder, el acceso a Computer Memory era gratuito para todo el mundo y se hacía a travé de terminales públicas. Levy escribe que "al facilitar que la gente se comunicase libremente, se crearía una metáfora viviente, un testamento de la forma en que la tecnología podía usarse como guerra de guerrillas del pueblo contra las burocracias" (DERY1998 [1995]; 35)"
Que el tiempo corre rapidísimo, eso es un hecho. Buscando una novedad, encontré un libro que me trajo recuerdos (los raves, algunos performances, los inicios de mi cibervida, el sonido chirriástico del módem, mis alucines por aquí) y me doy cuenta que más dura un yogurt en el refri que un concepto prístino.
Entonces hay que buscar caminos. Descolgarse de los libros a las redes. Enredarse y volver a los libros. Me gusta el camino que se anda y desanda de la pantalla al papel. Y me gustan los vínculos entre los libros y las páginas de internet y claro, aquí tenemos el de Mark Dery.
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