Lo que aquella tarde murmuraba el álamo se que hoy es cierto. Me veo sentada a su sombra, sin inspiración, sin nada nuevo para decirte; el sonido es dulce y tranquilo y evoca recuerdos cargados de ausencias, de reproches, de miradas sin encuentro. El aire se llena de inocencia y tan solo por un momento tengo la sensación de que la castidad y la piel siguen intactas, que ese augurio firmado tiene un poco mas de sentido. Es dulce y doloroso a la vez. No encuentro razón al explicar el porque de este instante de desesperación y reposo simultaneo. El olor a nicotina me invade, el humo alrededor hace que tu imagen sea cada vez mas difusa, menos divina.
Es sueño y realidad al mismo tiempo confesarte que es necesario el cambio, que no es simple saber de tus rencores. Incluso se potencia la sensación de que te tengo a mi lado, de que la separación no es más que tiempo, que inevitablemente cada uno de tus actos adquiere sentido solo en mis labios.
Septiembre arrulla a los inciertos que corroen a mi cuerpo y a medida que las horas pasan se agudizan las conductas que tienen como propósito encontrar a alguien que llene tu espacio. Tiendo a excusarme por todo y hago oidos sordos a las conclusiones que cada una de tus teorías arroja. No lastimarme, eso no ya es muy tarde...
Sin embargo nada se siente demasiado sincero, tal vez porque cada vez es menos cierto que no soy una de tus prioridades, que cada una de las palabras que te confié son sólo conversaciones y no secretos. Defraudada no, decepcionada, tampoco, cansada es esa es la expresión correcta.
Se que si el silencio aguardara tanto y poco mas que mis lagrimas, entonces estaría callada solo por unos segundos. Es verdad que si cada error que considero trágico, se compensara con las ganas de no cometer ninguno seria perfecta. Si solo por una vez el destino quisiera perpetuar ese dulce beso por toda la eternidad, la gloria seria breve por que no me pertenece...
No entiendo, no entiendo porque el susurro no fue grito, por que el sonido ahora no es mas que agua, trato y no puedo comprenderlo. Las hojas caen y se apilan de a montones, la brisa toca suavemente cada nervadura, cada vez son menos, cada vez mas amarillas. Me distancio y ya no hablan, es silencio.
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