El invierno en la puerta
Ya pronto cumplirás sesenta y cinco,
estando aún en pleno otoño,
Si sigues así con empeño y ahínco,
dejarás detrás de ti el último retoño.
Con tus padres pasaste la primavera,
en el verano fundaste un hogar esperanzado.
Ahora en el otoño, aún estás de primera,
que el invierno no te encuentre acobardado.
La juventud, divino tesoro,
está llena de tropiezos y errores,
y el tiempo pasa como un meteoro,
dejando sus huellas y sinsabores.
Y es en la plenitud de la vida,
cuando ya pasó la lucha y el odio,
que se le debe dar una gran bienvenida
diciendo; el pasado fue sólo un episodio.
Aún tienes mucho por delante,
no desperdicies ni una hora ni un minuto,
que el fuego del conocimiento abrazante,
sea tu mayor y eficaz atributo.
Ya el invierno golpea en tu puerta,
entrará por las rendijas sigilosamente,
deja que tus frutos maduren en la huerta,
y que no se malgasten inútilmente.
Cuando al final la muerte te llame,
que esté pronta y terminada tu obra,
y que digas “ya es hora de marcharme”,
feliz y no con angustias y zozobra.
Por lo tanto vive tu vida de tal modo,
que a nadie le debas o lastimes,
para que no te cubran de lodo,
cuando ya a tu fin te aproximes.
Que todos digan de ti con afecto,
amigos, conocidos y parientes,
fue un hombre útil, jovial y recto,
dejando tras suyo muchas simientes.
Así que recibe pronto a tu invierno,
con una mente amplia y despejada,
que sea una dicha y no un infierno,
y que tu obra en esta vida esté acabada.
Estos son mis deseos para tu día,
que lo festejes con brindis y amor,
y cuida bien de tu anatomía,
que a tu edad no se es más arrollador.
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