Inicio / Cuenteros Locales / gui / Alegoría de soledades
El desierto se extendió como una largísima novela y se llenó de millones de palabras. Era cosa de recogerlas nada más y para ello, el muchacho se robó unas cuantas flores de papel del cementerio y las usó como carillas. De allí surgieron fabulosos personajes, habitando mundos inimaginados. Se llenó de historias y la poesía emanó de ellas como vertiente de plata.
El sol rubicundo se engrifó de celos e hizo lo suyo y con su paleta de candelas soasó con diversas tonalidades el paisaje agreste. El muchacho, rivalizando con el astro, llenó de colores sus relatos y cada palabra era un ascua que ardía hasta ser devorada por el entendimiento. Se llenó de fuego.
Allá lejos, más allá del desierto, algunos hombres que escribían en computadores y tenían infinidad de resmas de papel, intentaron guiñarle un ojo, pero el muchacho, ciego de tantas soledades y rebosante de historias, prefirió el silencio de la pampa y el aroma del cobre sollozando en la tierra. Si se fugaba de esos escenarios, se quedaba mudo, si escapaba del desierto, este se entronizaría en su alma y ya no sería un hombre sino un trozo de caliche.
Así, las flores de papel que los humildes hombres del desierto trenzaban para sus muertos, se llenaron de historias y regresaron a esas tumbas para parir leyendas e ilusiones. El desierto se llenó de fantasmas alegres…
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Texto agregado el 05-07-2007, y leído por 235
visitantes. (5 votos)
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Lectores Opinan |
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05-07-2007 |
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Una historia muy bella. Tu también has parido una leyenda. m_a_g_d_a2000 |
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05-07-2007 |
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Bellas imágenes y descripción.
Casi puedo ir viendo todo aquéllo, es muy hermoso*********
Besitos Victoria 6236013 |
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