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El viento golpeaba la ventana, como invitando a Oscar a dejar su placido sueño nocturno. Pero Oscar dormía profundamente, como bajo el efecto de un xanax.
En el corredor se formo un rectángulo de luz contra el piso al abrirse la puerta contigua a la del cuarto de Oscar. Un ser de aspecto desaliñado, de greñas enmarañadas, casi un zombie, apareció y llamo a su puerta:

- ¡Oscar, cierra esa ventana!, ¡no me ha dejado dormir en toda la puta noche!

Pero Oscar continuaba en su letargo, como si no hubiera descansado por años y por fin pudiera hacerlo.
El hombre del corredor volvió a su habitación, y trato de conciliar el sueño nuevamente. Pero era inútil. La ventana azotada por el viento lo mantenía en vilo. Era como un ritmo continuo de tarola, enloquecedor y desesperante.
La madrugada avanzaba lentamente. Cabía la posibilidad de que el viento cesara, o talvez que Oscar por fin despertara y cerrara de una buena vez la maldita ventana. Pero este no daba señas de intranquilidad, sino mas bien continuaba su descanso en la mas perfecta calma que uno pudiera imaginarse.
Así continuaban los minutos, con Oscar tendido en su cama, en un estado de paz inalterable, contrastando con el hombre del cuarto vecino, que se retorcía en su cama envolviendo la almohada, sabanas, pijamas(porque debido al calor se quito el saco)en su cabeza, desesperado por conciliar un sueño que se hacia cada vez mas ansiado y lejano.
Salió nuevamente al corredor y volvió a tocar, mas bien a aporrear, la puerta de Oscar:

- ¡Cierra la ventana!..., ¡Llevo horas sin poder dormir por culpa de esa maldita bulla!..., ¡Oscar!, ¡Despierta maldita sea!..., ¡Oscar!...

Pero Oscar no lo oía. Seguía sumido en un profundo dormitar, como el hombre que no tiene cargo de conciencia, sin nada que temer en la vida.
La situación se hacia insostenible para el hombre del corredor, que restregaba sus cabellos con una mano, mientras la otra se perdía en el aire, dirigida hacia su cara, hacia la nada, sin saber que lugar debía ocupar en ese momento para tranquilizar al dueño del brazo que le brindaba movilidad.
Volvió a su habitación, se puso el saco de pijama, bajo las escaleras, se dirigió a la puerta que habría de conducirlo a la calle. Salió y caminó por la vereda hasta instalarse justo debajo de la ventana del cuarto de Oscar, pues mientras venia bajando las escaleras tuvo la genial idea de cerrarla el mismo. Recordó que cerca de la ventana había un viejo árbol, probablemente fácil de trepar, que le podría servir de escalinata para poder cerrar la ventana. Terminaba con ese pensamiento justo al llegar a la acera, y al estar al lado del árbol se dio cuenta que, efectivamente, no le daría mucho trabajo subirlo. Pero para llegar a la ventana tendría que descolgarse por unas ramas algo lejanas, de dudosa fortaleza, que bien podrían ayudarlo o bien podrían traicionarlo al último momento.
Pero el hombre estaba decidido, y llevaría a cabo su empresa hasta las ultimas consecuencias:

- ¡La cerrare aunque me rompa una pierna!

Rememorando algunas escenas de su niñez, empezó con la tarea de trepar al árbol, lo cual logro con un poco de esfuerzo. Mas como no era hombre de grandes actividades físicas, esto lo agoto rápidamente, un poco mas de lo debido. Ahora debía ascender un tanto, para luego bajar por esa rama que lo dejaría casi delante de la ventana. Solo que esta se iba adelgazando conforme se alejaba del tronco.
Pero no era momento de acobardarse. Subió y agarrado solo con las manos fue avanzando hacia la ventana, colgado de la rama que parecía doblarse un poco mas de acuerdo a como iba avanzando.
Mas ya no había vuelta atrás. Continuo hacia delante, mas no alcanzaba a tocar la ventana con una mano, mientras se sostenía con la otra cogido a su trapecio vegetal, con los pies en el aire, en una perfecta pirueta circense.
¡No!, no podía haber llegado tan lejos para que la derrota lo sorprendiera de esa forma. Empezó a balancearse con fuerza hacia adelante, y con los pies ensayaba varios golpes contra el marco. La rama se contorsionaba con este ejercicio, convertida en un columpio natural muy inestable.
La ventana se cerro con la ultima patada triunfal. El hombre no tuvo tiempo de nada mas. Se dibujo una sonrisa en su rostro al ver coronado su esfuerzo con el triunfo, y al mismo tiempo vino el crujido de la rama, el vacío, el vértigo, y el duro golpe contra el cemento.
En el suelo su cuerpo ya no respondía a los movimientos que le ordenaba. Sus ojos se cerraron lentamente, y de repente le dio mucho sueño. Se encontraba tendido en la vereda como en un gran lecho gris, recostado de lado, con el pijama puesto, sumido, ahora si, en el sueño mas profundo de todos.

***********************

En su habitación, Oscar despertó de repente. Miro hacia la ventana, y la encontró cerrada.

- Hace demasiado calor en este cuarto.

Se acerco, la abrió, y se volvió a dormir.


Texto agregado el 04-07-2007, y leído por 168 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
16-07-2011 Jajajaja Muy bueno!!! Adivinaba el final, pero me encantó. Gracias! solo_agua
 
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