Como la vida puede amargarle a uno la vida, o Don Quijote de la Mancha.
Resulta que un loco caballero andante,
Quería a Dulcinea como su amante.
Calzó la armadura sobre su flaco cuerpo,
Cerró la puerta, y regó el huerto.
Subiose a su caballo Rocinante,
Llevando por si acaso un calmante.
Prometiéndole el oro y el moro a Panza,
Se encajó su yelmo y empuñó la lanza.
Trotando por esos caminos de España,
Todo honor, valiente y sin maña.
Un buen día salieron de la Mancha,
A caballo porque no tenían lancha.
Sin dinero, ni comida para hincar los dientes,
Fueron ultrajados con palabras hirientes.
De él la gente al verlo se reía,
Se mofaban y le pegaban cuando sus palabras oían.
El infeliz de las burlas haciendo caso omiso,
Siguió buscando en cada vuelta el paraíso.
Un molino con su aspa fulgurante,
Le parecía un enorme y gazmoñero gigante.
Eh tú, le gritó con voz firme, no me ataques,
Porque he de matarte a pesar de mis achaques.
Y arrójose con un impulso desmedido,
Terminando en el suelo adolorido.
Así siguió su tortuoso camino errante,
Buscando afanoso a su amada infante.
Al final con su espíritu roto y humillado,
Se dio cuenta que en este mundo tan abrutado.
Los sueños y la fantasía no son una virtud,
Y que en la tierra rige la ingratitud.
Cabizbajo volvió el heraldo a su pago,
Con su vida hecha un estrago.
Y despertose a éste mundo cruel y duro,
En donde para soñadores no hay futuro.
Pero que sería de nuestra vida sin los sueños,
Andaríamos como sombras y no como dueños,
De nuestro destino de cada día,
Para vivirlo lo mejor en armonía.
¡Así que sueñen, gente sueñen!
Eso se lo recomienda toda piola, vuestra compañera Viola
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