cogí el fono y lo llamé: ¡hola maldito, qué haciendo!. nada, respondió, me duele el cuello. ¿por qué?. nada, volvió a repetir, es que, me puse la soga en el cuello y un saco de arena al otro lado y traté de ahorcarme, pero, nada, no me gustó para nada, se siente como una gran pesadez en la cabeza... voy a tratar de otra forma. ¿quieres matarte nuevamente?, pregunté. no sé, quizá encuentre otra manera mejor de vivir, escapar de esta mierda de vida. fíjate que hace mas de una semana que no salgo de mi cuarto, no me baño, tan solo como y cago en le baño... y cuando veo la mierda pasar por mi culo, me siento que sale un pedazo de mí. tienes que salir, le dije, vamos a la calle, salgamos a dar un paseo, hay que mirar piesecitos, allí, en el restaurante mas pituco de la ciudad... no man, respondió, eso son webadas, ya me cansé, quizá mañana me bañe... una pregunta: ¿mañana es feriado?. no, respondí, ¿por qué?. es que no me gusta la gente, odio a la gente, odio cuando salen a la calle directo al trabajo... los odio, por qué no se quedan en sus casas, así como yo, que cago y duermo como esos mojones que me salen del culo... calma compañero, le dije, que mañana será otro día, recuerda que no todo es feo, no todo es así como ven tus ojos, recuerda que tienes una hija, una mujer, unos hermanos, unos padres, y a mí que soy tu amigo, y... de pronto, el teléfono se cortó. colgué y me puse a pensar en la vida y la muerte, en la amistad y en la impotencia de ayudar a alguien. iba a llamar a mi amigo pero decidí no hacerlo...
al día siguiente el teléfono sonó. era mi amigo. ¡hola maldito!, me dijo, ¡qué haciendo!. nada, le dije, trabajando duro y parejo, pero y tu, como te va... nada, respondió, nada, tan solo que tenía ganas de salir a la calle pero, el agua está muy fría, y no tengo con quien salir... ¿quieres salir conmigo?. no puedo, contesté, tengo que hacer muchas cosas, pero ya te llamo mañana. colgó, y me sentí un poco mal...
al día siguiente le llamé. no está, respondió su hijo mayor, ha salido con mamá. ¿adónde?, pregunté. creo que a un doctor, pues papá se pasa todas las noches llorando sin parar, y se pone a gritar como un lobo: ¡estoy solo!, y mamá, y mis otros hermanos tenemos que llevarlo a su cuarto, cubrirlo con besos y abrazos hasta que se le pase el llanto... menos yo que me pongo a verle llorar y me da pena y vergüenza, pero, es papá y, es así. entiendo, le dije, le dices que lo llamé y que mañana llamaré a ver cómo se encuentra. colgó, y yo me quedé con la mano en el fono...
al día siguiente el fono sonó, pero esta vez no lo levanté. y así siguió sonando durante toda la mañana, la tarde y la noche, pero no quise saber mas de llamadas, sobre todo de amigos tan íntimos.
salí a la calle por la noche y apenas estaba dando unos pasos por la calle, me encontré con mi amigo. estaba muy bien vestido, sonriente, feliz. me contó que estaba muy bien, y que estaba medicado, que era su cabeza la que estaba mal, y que pronto se pondría mejor. fuimos a un restaurante y mientras tomábamos un café, mi amigo se puso a hablar sin parar, de pronto, me dijo que eso era lo que mas necesitaba, ser escuchado. gracias, me dijo y sin razón alguna, se levantó y se fue del restaurante. le vi alejarse, entrar en un auto y perderse por la oscuridad de la noche.
esa noche no volví a casa, fui a un bar y busqué ser escuchado, no tuve suerte, pero mientras caminaba por la calle, recordaba a mi amigo, sus palabras, su sinceridad y sus locas y extrañas maneras de encontrarse con la muerte...
san isidro, julio de 2007
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