Y hoy nuevamente observa el sol intenso por entre la flexibilidad de las persianas. Sabe que podría estar realizando actividad cualquiera, pero ahí esta, como entumido y con la misma vista ciega puesta en el vacío. Y no es que algo le inquiete o que alguna sensación de soledad o tristeza recorra su cuerpo. Sino que es solo uno de esos momentos en que la vida se vuelve muerte y la existencia una débil ráfaga que se extiende por un pasillo.
Entonces de improvisto se cierra una ventana y la ráfaga encuentra su fin. Se da vuelta como para buscar el origen del sonido.
Despierta y mira su reloj de pulsera. Ya dan las ocho y tanto. Se presta a bajar con rapidez las escaleras para ver la teleserie que comienza y volver a la diaria rutina.
Después de todo están trasmitiendo la repetición de los últimos capítulos.
Texto agregado el 12-03-2004, y leído por 173
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