me gusta estar en paz, sin que nadie venga ni me llame por el móvil. trabajo como negro, ayudo a mis padres, hermanas, amigos y paseo al perro de mi hermana. también estoy metido en el camino hacia la realización personal, eso es una parte de mi vida, la mas importante. ¡ah!, escribo, leo, dibujo, veo tv, converso y compro muchos libros. pero me gusta estar tranquilo sin que nadie me moleste, sin que nadie me llame, pero uno está en el mundo y hay tantos problemas en él que no se puede evitar, eso es imposible. mientras uno respire, habrá problemas a regalar, aunque se haga un espacio y se encuentre con uno mismo y se sienta en paz, pues, sin mentir, uno es esa misma paz. pareciera que durante toda su vida ha buscado ese sentimiento en el mundo, y no lo encuentra mas que en sí mismo. en mi caso, trabajo en ello, me gusta estar en ese sentimiento de paz interior. ser una bola de paz.

ahora, mientras escucho a beethoven, siento mi respiración. es tan lindo, es como si alguien me acunara... un cielo lloviendo gotas de paz, o una vaca negra, gigantesca, llena de leche lunar, como una vieja enamorada. y escribo, siempre escribo desde que le encontré el gustito. me ayuda a contar, decir, pintar aquello que no puedo hacer durante el día, o la noche…

ayer me invitaron a conversar con un nuevo novelista. ya había leído su libro, ameno, pero, mediocre. le mentí, soy mal crítico. le dije que era ameno (es verdad), poco verosímil (es verdad) y usa muchas ideas ya recocidas en libros de filosofía (es también verdad). eso le dije, y le gustó. luego me contó que escribía una novela por año, y ya tenía cerca de siete novelas por editar. me dio una copia de su novela y lo acepté con cara de agradecido. le mentí (no la iba a leer) y me sentí bastante mal. hubiera querido decirle que se dedique a otra cosa, que escriba así como yo, en páginas webs, o en un cuaderno y regale sus obras a unos cuantos, aquellos que le quieran y deseen leerle. así como a mí, pero, parece que este señor novelista deseaba recorrer su propio sudor, sobre esas brasas de camino bordeada de gente mentirosa. lo dejé. adiós le dije, mientras se iba con una sonrisa de lado a lado, como si tuviera la cara de plástico.

ya en mi casa, tuve ganas de nada, de tomar un trago, de hacer el amor, de... sentirme en paz, y no pude. prendí la tv y quedé hasta el día siguiente así, con la cara desparramada frente a la tv... la tv es el demonio, pues, me roba la vida, me entretiene... la apagué y miré todos mis libros, mis escritos, mis discos, la tv, los Vds., miré mis manos, mis dedos, mis pies, mi sexo, mis brazos… pensé que no tenía nada que hacer cuando el gato entró por la ventana de mi cuarto. le dije qué quería. ¡miau!, respondió. le llamé y este se acercó, ronroneando como siempre. le di unos masajitos y le serví un poco de leche. lo dejé en su lugar y me fui al baño. me miré al espejo. hummm, ¿qué me falta para ser feliz?, pensé, y seguí pensando hasta que la ducha empezó a enfriarse. salí del baño y me vestí. miré mi reloj y ya era hora de salir…

en la calle, todo estaba como todos los días. gente y mas gente apurada, con problemas, alegrías, entretelones de ideas, sofismas de locos, etc. subí a mi auto y salí a la calle. aceleré. me gusta acelerar mientras no veo un solo auto frente a mí, y sí, llegué a mi trabajo. bajé. todo seguía idéntico al día anterior. la gente laboraba, laboraba, laboraba, laboraba mientras yo les miraba y laboraba pensando en la paz, en ese sentimiento, en eso tan buscado por aquellos que aún viven sufriendo, y no como nosotros que aún seguimos muriendo mirando y mirando como las cosas se laboran y se dejan laborar como quien mira la tv...



san isidro, julio de 2007