Hoy sólo hablo de espíritus celestes. Y de hadas. Y de las huestes de luz que curan todo, que consuelan, que están allí para ayudarnos. Hoy hablo de mí.
La Maestra Laura me dijo que yo era un ser de luz, que mi destino era iluminar a otros. El Maestro Gorrión me dijo que en realidad era una “vasija”: un ser con un aura negra, sin color, que sin embargo, servía de transporte de luz, que aún cuando no era propia, me llenaba con la luz de otros (lo malo es que al ser vasija, en realidad me lleno de energía buena o mala, pero la transporto a otros lados, para eso sirve un "ser vasija").
Y una tercer iluminada, la Maestra Luzangel, me dijo que ella me podía decir quién es mi ángel y cómo se llama. Las lágrimas se le salieron y dijo que estaba feliz, porque supo que a mí me cuidaba, no un ángel, ni un arcángel, ni principado, ni virtud, ni potencia, ni una dominación, ni un trono… ¡ni un querubín!…
Quien me cuida a mí es un Serafín.
Ella no había conocido a nadie que fuera cuidado por alguien de tan arriba, y me explicó que ellos son los que están directamente a las órdenes del Creador.
Cuando viajé al otro lado de la vida me encontré con otros ángeles, que me habían extrañado y nos conocíamos muy bien. No eran cuerpos físicos, ni voces audibles, o tal vez sí. No lo sé muy bien. Y me preguntaban cómo era el mundo y qué se sentía estar aquí.
Los poderes conferidos son muchos y difíciles de dominar. No los puedo controlar: volar, salir de mi, saber lo que pasa, o lo que va a pasar, detectar mentiras, leer la mente, alegrar a la gente, cuidarla. Ser un ángel no es fácil. Y un ser vasija menos, porque los demonios se instalan allí dentro y desgarran las entrañas con saña y desvergüenza… y duele mucho, vaya que duele.
Las hadas son como ángeles. Ángel en la vida real. Hada en mi imaginación… Y en ese campo infantil que nunca viví ni disfruté, porque me lo arrebataron y lo borraron, porque mi mente tenía una urgencia por crecer, ansias por absorber, necesidad de discernir, de entender (aunque a ciencia cierta, nunca lo ha logrado).
Las hadas hacen obras buenas… y me separo de los demonios que me habitan aunque desgarren mi traje de estrellas y entonces cumplo deseos y hago reír, realizo sueños y esparzo magia... y hablo con las flores (encuentro florecitas minúsculas en cualquier pasto, las que todos pisan y sólo yo puedo ver).
También hablo con los animales: perros, gatos, aves, lagartijas, catarinas ¡y me entienden! Disfruto el cielo a cualquier hora, en todo momento, con sol, con estrellas, con lluvia, con arcoiris, oscuro, con luna…
Yo soy Mariele. Soy un ángel.
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