EL JUEGO DEL AHORCADO
“Una frase, una frase”.
Parece fácil, pero toda historia comienza con una frase. Hay muy buenas frases, principios de mierdas de historias. Hay grandes historias que comienzan con una modesta frase.
La vida es una sucesión de frases y el punto y final nunca lo ponemos nosotros. La vida misma. La misma vida.
La vida es como un partido de football, no importa como se empieza sino como se termina.
Julián Tabernas, así comienza la historia y no es ni siquiera una frase. El hecho justifica el principio, la no frase. Julián Tabernas fue alumbrado en la despensa de un barucho, tal como se denominaría hoy, taberna en el pasado.
La madre alcohólica y depresiva dio a luz a un niño simétrico: dos ojos, dos brazos, dos piernas, cinco dedos en cada extremidad, una nariz regular, etc.
Aún así los problemas derivados de la mala vida se harían notar tras sus cinco años, la misma cantidad de años que pasó en una cárcel, aunque fue condenado a veinticinco, él, les aseguro, sólo cumplió cinco. Bueno, esa es otra historia.
Julián Tabernas se mofaba de haber nacido entre botellas y entre botellas, aseguraba, moriría. Pero las suertes le dieron un final muy diferente.
Un documental de televisión española llamado el “El Perro Verde” le entrevistó una hora antes de morir. Y dijo en su última frase, porque de eso va el tema, de las frases. “Soy tan culpable como un canario en una jaula, victima de la suerte”.
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