El otoño de hojas secas se adorno,
se fue triste, parecía eterno,
en mi corazón frió se albergo,
y desde allí le dio paso al invierno.
Brisas de mar corrían errantes
en pos de tu adorado cabello,
buscaban pues como viejos amantes,
tu fiel figura, tu sin igual destello.
Tu tumba rígida, tirada al olvido
hoy solo posee un pequeño clavel,
todas tus locuras se han perdido,
hoy solo eres parte de luz de Luzbel.
Hoy muerdes inevitablemente la tierra,
te ensucias las manos te sacas entrañas,
te gusta la sangre, provocas la guerra,
derribas fronteras, mis ojos empañas.
Vas profunda en tu abismo,
vas ceñida a tu suerte,
vas condenada al cinismo,
Tirada al azar por un viento fuerte,
y de verdugo te sirvo yo mismo,
hoy sin ambages declaro: estas condenada a muerte.
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