Un día en la vida te despertás sin nadie al lado, lloriqueás y recordás el fantástico desayuno que te espera abajo.
(y empiezan las risas, quién dijera sonrisas)
En mis sueños mis manos eran inútiles y mi amor moría de abandono (después de caer de AQUEL precipicio).
Las estrellas anunciaban su furia rebentándose unas contra otras. Haber mostrado llorar a los árboles no era suficiente manifestación.
Por qué la risa entonces??
Eleonor me acaricia, no puede más que desparramarme la tristeza que ella misma no pudo superar.
La miro y me veo a mí misma.
Empezar a sentirme entre esa gente solitaria me da escalofríos.
Tenés pánico??
El pánico es receptor,
es efecto,
es negro,
es no,
es Louise,
es queso,
es gato,
es Eva,
es Julieta.
Lees más. Te olvidas de lo que leés y volvés a leerlo. Aquel parafraste se mete y se mete (no digas que soy yo). Llorás el tiempo perdido. Todavía estás madurita, a qué le tenés miedo? Tiempo es lo que te sobra. Estás parada donde querías, o no?
-No.
Tus pies están en el exacto lugar en que los dejaste. Los pies no son de las cosas que se pierden fácil.
Caminá si no te gusta dónde estás. Caminá. Alejate. Corré si querés. Pero decidí. La desición es cuestión de segundo.
-No me alcanza un segundo para decidir dónde ir.
Empezó a caminar.
Cómo pesan los implantes, pies o piedras, y tuercen y retuercen el cuerpo.
Entre el vaivén empieza la mitosis (ya era tiempo).
Se percibe, se la ve, revirada, reviradísima, y la pobre tratando de exponer con su cuerpo aquel auténtico narcisismo.
Narciso escapa (del encierro) y Eleonor ya es un hombre.
Está solo y enamorado. Camina en círculos y añora volar como las gallinas. Pingüino. Ah no, sacerdote sos.
Eleonor sigue transformando sus penas en caridad.
Ahí están los dos. Misceláneos.
- Y qué estás pisando ahora? Estás aplastando mi sombrero!
- Tuve que hacerlo, el agua me llegaba a los talones.
Sacerdote decide vomitar. La adolescencia le está llegando y con los metabolismos más vulgares. Qué alma busca si se la regaló al aire. Entregaste tu vida hombre, a quien no veías. Tu Dios resultó ser una solitaria, enferma y traicionera. Adicta a los suspiros te dejó sin alma.
Escupí escupí, lavate mejor y renová tu estilo. Los tiempos avanzaron fuera de tu jaula y si dejás de vomitar tendrás que ser como ellos.
Los solitarios están adentro. Ya saliste y seguís sólo.
A ella no la viste pero sentís sus caricias, es parte de la adolescencia y de los metabolismos más vulgares querer devolvérselas.
- No te preocupes hombre, cuidaremos de vos nosotros desde acá. Avanzá con confianza y pedile un beso. |