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Sabías que eran diez. Eran números dibujos códigos símbolos artes que no entendías pero la trasparencia del tiempo era inevitable.



Diste el primer paso con tu pie más largo, te acercaste, sucia sucia sucia, besaste su boca y le prometiste la muerte. Temblaste mujer, temblaste y tuviste que matarle.



Avanzaste hacia el blanco y queriendo encandilarlo lo enfrentaste abriendo tus piernas. Dejaste a las aguas negras invadirlo y otra vez tuviste que temblar.



Alguien agarró tus dedos y te dejó flores entre ellos.

Manifestabas tu repulsión dejando rastros de flujo en cada cuerpo. Te estabas entibiando y aún quedaban ocho.



Al siguiente le sacudiste las flores. Atónito y enamorado comenzó a lamerte. Tus ojos se cerraron y otra vez te olvidaste del tiempo. Aquel te lamía y te entregaba su alma. Pasó su tiempo y no recibiste más que sequedad.



Retrocediste para abrazar al pequeño. No dejaba de llorar y tuviste que matarle.



Las amantes te provocaban y vos, ménade como eras, caías en su furia. Las dejaste tocarte y te elevaste con esa sonrisa. Volviste satisfecha y ya no te sirvieron.



El poeta no te miraba. Admirada levantaste su cabeza. Arruinaste la poesía y mataste al poeta.



Tu esterilidad ya goteaba y tus tetas se estaban expandiendo.



Con a penas fuerza acariciaste ese cuerpo rosado y tibio. Su expresión era seria pero entendías que estaba soñando. Te acostaste junto a él y dejaste pasar un día. Tuviste que dejarle morir en la mañana.



Los tres restantes reían. Uno vestía de rosa para destacar su femineidad. Erizaba los pelos de una vagina plástica que sostenía con sus piernas.



Otro tan solo reía. Tan fuerte que lo mataste inmediatamente al ver sangrar tus oídos.

La risa del tercero estaba vacía. Precisaste de todo un día para abrir tus ojos y mirarle la cara. Lo viste llorando y largando esa risa, la más cruel y la más sincera que habías oído.

Cortaste sus venas delicadamente y besaste su cabeza.



Mientras la sonrisa de éste se inmortalizaba sucumbiste al que faltaba. Te reíste con él y lo dejaste suicidarse.



El amor había terminado y viste venir a tu verdugo.

Texto agregado el 01-07-2007, y leído por 195 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-11-2008 ¿por qué me suena tan familiar? ¿es tal vez la esterilidad el fantasma más temido por las féminas? tu poesia es fértil. Y parte de mi literatura… hace tiempo. fischinger
05-07-2007 ah, la búsqueda... las mujeres solemos matar sin matar. no me parece pesado, son ideas contrastadas a su vez, no esta mal... mis saludos a ti yens
05-07-2007 Me gustan diversas linea/s de tu escrito, pero lo hallo un conglomerado algo denso y pesado;no es para toda audiencia el_rey
04-07-2007 Tu poema es pesado pero bello, gracias por tu comentario. El que sea pesado es una cualidad. desideratum
03-07-2007 KK. Traducción obvia. ergo (1*) ergozsoft
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