Se paro la música de su cabeza, decía la última estrofa
“al lugar donde has sido feliz,
no debieras tratar de volver”.
Paseaba por la ciudad donde un día el sol brilló para ellos, un año después aun olían las calles a sueños, los parques seguían abiertos y la gente volvía la cabeza para mirarlos. Comenzó el recuerdo a despertar, en la mirada aparecían fotografías de un beso robado en una esquina, un café en la terraza, un abrazo furtivo y desprevenido. La ternura amarrando su cuerpo al cielo y la lengua enredando el deseo en la oreja.
Los muebles seguían tal cual, tal cual seguían las telas, los estampados.
La amnesia se disipaba dejando paso al sentimiento en el que los sueños brincaban libres por una casa blanca, un jardín verde, algún árbol grande y antiguo, bajo su sombra, la siesta, su cuerpo desnudo mimado por las manos de el, también desnudas..
Un mañana que aun no llego en el que había ganas de vivir tranquilos, sordos hacia el mundo que contamina y ciegos hacia las necesidades que no son necesarias. Las flores no se marchitaban en el algodón suave de aquella cama de boda china… soplo el viento, movió su cabello negro, volvió la música a su cabeza…
“donde estas,
te busco,
solo encuentro un lugar
de arena y silencio”
|