Ya lo sabes;
mi vida tardía y lejana
se presta para lamentos.
Tú mujer
que me alejaste de repentinas risas
que me dejaste taciturno el rostro...
tu me enseñaste a morir.
Mi vida
ya no la sé ni vivir.
Y es que te fuiste alejando
y me fuiste matando
poco a poco
como se mata en silencio al día
...ya no me toques la herida...
Texto agregado el 29-06-2007, y leído por 255
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