INSPIRACIÓN
Epilejoremor
A dónde te marchaste, Vena Mía,
dime con quién te fuiste, caprichosa;
no paro de buscarte vanamente
donde siempre estuviste y donde no:
en mis amigos, líricos soneros,
en mis maestros, literatos plenos,
en detalles de vidas luminosas,
en los actos valientes de mi pueblo,
en las heridas de mi tierra mártir,
en mi bilis, desazón y güebos
—que, ellos también, de tema nos sirvieron.
¿Que te hice? ¿Qué no? ¿Porqué te fuiste?
¿De tu hálito, acaso, indigno soy?
No siento ya tu soplo, tu susurro;
y, no siendo de pluma ni de lápiz
ya no me llevas al ordenador;
pero lo peor, lo que más me fermenta
es que ya no me dictas ni una historia,
ni un pinche versito de los nuestros,
ni un cuento, una memoria.
¿Te marchaste acaso para siempre?
¿Ya no piensas volver, Vena Querida?
de ser así, ni modo, me resigno,
no serás la primera que me deja.
¿Piensas acaso, Vena... que me dueles?
negártelo no puedo, razón tienes;
... ¿que te voy a implorar para que vuelvas?
¡estas pendeja!
Desde ¡ya! voy a exprimirme el seso,
a analizarlo todo,
a borronear a diario,
a ahuyentar el pavor que siempre tuve
al puto monitor en blanco.
Voy a escribir y escribir –cual poseído-,
de mi cosmos interno, de el del mundo
porque te juro que, si agarro oficio,
voy a poder gritarte: ¡puro culo!
|