Ira,
disimulada entre algodones,
taponeada con mieles,
disfrazada con requiebros,
rezagada en el alma
cadena perpetua pendiente.
Ira,
filtrándose por los poros,
rasgando plásticos de ética,
asomando sus aterradoras fauces,
monstruo visceral en carne viva.
Ira,
dominante, fresca, viva,
sin maquillaje ni tapujos,
sedienta de cadáveres, farfullante,
ululando en el límite de todo,
borboteando despojos de falsa virtud.
Ira,
por los tiempos de los tiempos,
reinando en cuerpos glaciares,
asomándose a sus ojos ciegos,
destilando el vino amargo
eternamente…
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