La agilidad de mi mente sucumbía sabiendo que el pudor me podía esclavizar
Y de ahí al acto sagrado lograba fracasar .Las innumerables reglas que mi sexo establecía me hacían vulnerable hacia los hombres.
Disponía de un plan maquinado por años. La ansiedad me llevo a un lugar desconocido,
Pero nombrado por mí en sueños.
Traspase la puerta y deje toda mi temor afuera mis piernas temblaban, sudaba mi cuello despertando ese pudor llevado en mi cartera las mejillas se sonrojaban haciendo burlas a mi persona.
Me senté en el lugar indicado por el anfitrión, el lugar mostraba indagaciones ajenas por mas mujeres desesperadas las cortinas rasgadas me lo daban a demostrar.
Sujetando mi cartera saque mis últimas indicaciones recetadas por mi mejor amiga hasta que sentí unos pasos que se aproximaban a la habitación salte del sillón a la ventana haciendo parecer estar mirando el hermoso paisaje.
Unas manos frías invadieron mi cintura sentí un aliento penetrante en mi cabeza y un leve rasguño de muslos mis manos apoyadas en el vidrio trataban de huir de esas sensaciones novatas .Me voltee pareciendo tomar la iniciativa su cuerpo estaba radiante dispuesto a una rutina.
En mi nuca sentía su respirar intenso resonó una y otra vez tomando su vitalidad me senté sobre la cama diciéndole –vamos hazlo-vi. Sus ojos marrones llenos de desafió.
Mirando el techo estaba cuando el apoyo su cadera junto a la mía desatando cuanta ropa traía puesta hasta dejarme desnuda libre, pero mi pudor estaba ahí presente observando mis miserias de gestos recalcados de películas .Mis tibios pechos pedían a gritos sus manos explotando de euforia las recibieron y decidí que estaba dispuesta a recibir esos gritos, abrazos gemidos estaba lista.
Su lengua recorría cada hueco de mi paladar sus manos apresurando al éxtasis final buscando mi miembro inmóvil virgen y hasta escuchar el eco de mi máximo despliegue.
Mis uñas inspeccionaron lo que iba a recibir y dije –Ahora-dando gritos.
El desconocido erecto traspaso mi sensibilidad, el punto de partida de reclamos de más acción me sentí llena saciando el hambre de años.
La hora acabo .El vestido en menos de cinco minutos demostrando su trabajo se despidió de un calido beso en mi boca llena de palabras elogiadoras.
Baje las escaleras con el derrotado pudor llegue a la recepcionista y pedí una nueva hora para tranquilizar esta sed insaciable que llevare por los años.