Tú, que entre tus dedos sostuviste el sol
para dejarme ver la verdad de tus ojos.
tú que siempre fuiste una mano tendida
para levantar de las sombras a quien te necesitó.
Eres la razón de las sonrisas.
Eres hoy la ilusión en mi,
eres la silla que me invita hoy a sentar.
Son tus aposentos mis fantasías,
y es la luz de tus ojos la esperanza de mis labios.
Quiero besarte el alma,
quiero recorrer tus venas,
como si fueran mías.
Quiero saber que soy capaz,
deseo, como deseo a la verdad,
que te entregues a mí en la confianza real,
o que no existas para mí.
Hoy te quiero cantada,
como un verso nerudiano,
romántica, apasionada.
Te quiero en el amor,
como una ráfaga de poder inmenso,
que se abalanza sobre la carne.
Hoy te quiero ver real,
hoy te quiero saber desnuda,
como quien quita pétalos a una flor.
No queda más que despedirme de tus luces,
como quien mece un blanco pañuelo,
al ritmo del viento.
Dejarte libre,
así como liberas tú el fuego de mi alma,
dejarte volar por el cielo,
libre y discreta,
entre millones.
No falta más que decir adios,
a todo lo que pudo ser,
y sin saber fue.
Es tan solo que tu verdad me embarga,
y no me deja cerrar los ojos,
es que la potencia incriminatoria que me acecha.
y que hoy llamo amor,
hace que me resulte imposible dudar,
de algo tan puro y tan grande.
Pues a la hora de las verdades,
saber que existe el infinito,
me hace sentir incapaz de tomar un camino.
Me hace sentir pequeño,
incapaz de conmover a las estrellas