No son los universos posibles los que aceleran el pulso de los hombres voluntariosos. No lo son tampoco, las estrellas lejanas titilando allá en el fondo del Universo, pero al alcance de sus sentidos. No son las promesas ni los horizontes, ni siquiera los sueños. Lo que verdaderamente hace fuertes a esos hombres son los caminos inexistentes, las infinitas barreras y la palabra Imposible. Lo que acelera sus pasos y le da verdaderos bríos a su voluntad es el enjuiciamiento rotundo a todos aquellos que cercenaron sus ideales y se sentaron a la vera a solazarse con maquetas de sueños.

No son las galaxias lejanas ni los universos paralelos los que agitan las bridas de aquellos seres, sino las desconocidas dimensiones que se multiplican en su imaginación sin freno. No son soñadores, no, son los representantes de lo inescrutable, abriéndose paso en medio de los huracanados desastres que algún día darán paso a nuevos mundos…