En los rincones ocultos de la habitación
el sol se hace pecado siniestro esperando que la luna vuelva a su nueva posición,
el cuerpo se transforma en estado violento
corrompiendo los espacios ausentes que ha dejado el alma por las noches profanas,
a veces el silencio detalla las auroras
como los manantiales nutren a los árboles sin sentido…

Tus brazos rozan la inocencia del crepúsculo infinito
mientras las soledades cuidan el despertar de algunos grillos azules por el frío amanecer. Ya la lejanía no se hace tan distante,
ya los siglos no son tan largos como los segundos,
volver al cielo se vuelve un divino pasar
entre rosas y azucenas caídas en otoño…

Tejiendo el telar que llevará su cuerpo
está un gusano ciego de amor,
mirando a las ratas danzar en la noche
se encuentra los búhos sentados en los árboles
como si fuera una gran novela de amor y odio…

Hay imágenes que se pierden en la tempestad de las fragancias múltiples, hay sonidos que se vuelven aromas muertos en la soledad de un bosque infinito,
caminan entre las rocas y los olivos las aves sin cesar,
Dios seña tu destino y me deja observar.

La tristeza, se ha vuelto esperanza,
los sueños, posible realidad,
el lugar se ha vuelto ausencia,
la sed ya ha sido levemente saciada
y mis ojos no desean mirar atrás más.


Piso entre los huecos que dejó un sonámbulo despierto
y detallo en cada pasar las fotografías que quemé al llorar sin razón.
Me siento entre las ramas secas de tus recuerdos
y recuerdo cuán lindo fue tu dolor.

Amaneció sin sol ya, pero dentro está la luz que invade mis venas como un huracán.
Desperté sin lágrimas en los labios
porque olvidé los instantes en aquel lugar oculto que construimos por necedad.

Ya creciste en el infinito junto a las golondrinas
que te regalé cuando aún no habías nacido,
yo crecí en la ausencia de las hojas secas
y volví a mirarte sin necesidad de decir tu nombre,
las aves ya lo gritaron a los mil vientos.

La luna ha despertado entre los sauces
buscando su aroma olvidado,
la grasa que emana el manantial
nutre a todos como un gran néctar de muerte y vida,
los búhos ya olvidan a las ratas,
el gusano dejó de tejer ya,
las aves duermen en sus regazos
y Dios no me deja volver a mirar.
Y hay lugares ausentes como sombras en la piel.

El aroma se hace espacio,
el sol miseria
y mis manos,
se vuelven tu cama una vez más.

Historia que ha de acabar algún día llena de oscuridad,
imágenes que han de renacer cada mañana buscando tu afán,
mientras el silencio se hace caos y el caos silencio.
Tal vez las sombras se hagan luz nuevamente,
o quizás la luz sea sombra una vez más.



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