No todo lo que se escribe permanece,
hay escritos que se borran con el tiempo
y las circunstancias;
otros, en cambio, permanecen, transcienden,
vuelven con ahínco,
empadronando a la palabra
en el círculo de la vida,
reiterándose, sin sobresaltos.
Hay palabras que van de boca en boca,
como una canción, iluminadas de polvo de estrellas.
Hay letras que miran las cosas de cerca,
recogiendo las notas y los apuntes, (sin borrones).
Hay palabras que son historia,
y no hay historia sin palabras,
escritas o entonadas.
Y, en ocasiones, hay palabras
que equivalen a presencias, sin más,
que se encienden y se apagan:
“son letras de luz, misterios encendidos”,
revelación y poesía
¡Francisco de Quevedo!
Lo escrito, escrito está,
y escrito queda.
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