- Llegas tarde…
- Sí, ya… Lo siento… - Jolin, ¿qué hora es? ¿Las 08:23 h? ¿Mi turno no empieza a las 08:30 h? Pues tengo tiempo de cambiarme y de hacer alguna cosa aún… Perdón. Ya he empezado un pelín mal en día… Menudos humos… Y yo traigo una carita de dormida de la noche…
- Buenos días, ¿qué le pongo? - le pregunto a la señora que tengo detrás del mostrador de salado. Le sonrío.
- Dos barritas bien tostadas.
- Muy bien, aquí tiene. Gracias.
Saludo, pregunto, escucho. Cojo un plato y unas pinzas y pellizco un cruasán cubierto de caramelo tostado, añado a su lado tenedor y cuchillo. Voy a la cafetera, cojo el mango, tiro el café sobrante, añado una nueva carga, la hundo, encajo el mango, cojo la taza de cortado, le doy al botoncito… Un espeso olor a café humeante se desprende del recipiente. Preparo un plato pequeño, pongo un sobre de azúcar y una cucharilla. Caliento la leche. Desnatada, sí, ha dicho desnatada. Entonces es la del recipiente pequeño. Cojo la taza, la pongo encima del vaso y le añado la leche con un poquito de espumita. Mmmmmmmm.
Finalmente busco a la mujer que me pidió el desayuno y se lo sirvo en la mesa.
- ¿Qué edad tienes? - me pregunta Alba (mi compañera) con curiosidad.
- ¿Yo? 20…
- ¿Veinte?
- ¿Por?
- Jolín, yo me pensaba que tendrías 17 o 18… Es que pareces más jovencita. Eres más mayor que yo. - Jiji, todos se asombran cuando digo mi edad…
- Será que me conservo bien…
Ahora, ahora que de momento la pastelería está tranquila, pongánomos a hablar… Ha reír… y, ¿por qué no? Ha saltar…
Alba da dos saltitos… Y yo, la acompaño… ¿por qué no? Me gusta esta chica. ¡Qué linda! No vamos saltando donde no nos ve nadie… Porque los dos chicos de una mesa se han puesto a reír mientras nosotras saltábamos risueñas como dos enanas. ¡Qué vergüenza! Jijijijiji.
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