me produce tanta alegría verte nuevamente. no pensé que volvieras a verme. te he extrañado. por supuesto, jamás nos hemos tocado ni visto, tan solo nos hemos escrito. pero, es así, uno siente lo que tiene que sentir. uno ve a un mendigo, a un loco, un gato y siente algo, hasta de un pedazo de piedra siente algo como soledad, desolación. en mi caso, tus ojos son importantes, tu sentir, concentración lo es... he decidido no volver a escribirte, antes prefiero verte, así como al sol o la luna, a la distancia, una foto, un pedazo de imagen, eso espero...
han pasado mas de una semana y no me has respondido. lo entiendo, estás preocupada, atareada por algo importante. lo entiendo. seguiré escribiendo, saliendo a la calle, esperando a que una luz ilumine mi soledad. soy un hombre solo, pero no desolado, tengo las letras, la palabra que abriga y acompaña mas allá de la vida.
hace años que no recibo nada, debo de entender que nos has dejado. lo entiendo, pero, ¿y por qué continúo existiendo? ¿habrá un sentir para mi vida? miro las páginas escritas, las leo, las guardo, la envío, espero... me las devuelven, las abro, las guardo, antes las leo y ya.
debes de no existir mas. una luz ha quemado la sombra de todo tu pasado, has vuelto al hogar. te extraño aunque nunca te haya visto. pero, debo seguir escribiendo, debe ser que es así como te siento cercana, así como la luna en este instante que alumbra un trozo de mi cuarto. en el te escribo una historia:
trata de dos hermanos que son separados desde los nueve años. ambos juran encontrarse. pasa el tiempo y se encuentran en una situación muy especial. ambos son guerreros, pero sirven a reyes diferentes. ambos tienen que luchar por su rey, y tan solo uno tiene que vivir, sí así lo permite la suerte. la pelea empieza. trozos de brazos, cabezas, dedos, espadas, sangre por todos lados, gritos, sonidos de aceros, caballos agonizantes, hombres mutilados, todo es un castigo de los hombres, el pero, el de la guerra entre hermanos... pero hay algo extraño. quedan dos hombres. son los dos hermanos, los hermanos gemelos que aún tienen una espada y un hacha en las manos. ambos se miran, ambos sonríen, ambos se aman y extrañan... uno de ellos mira a su rey que está en la cima de una montaña con todo sus grupo de jefes. el otro no ve nada, su rey se ha largado a otro lado, ha huido. no tiene un solo guerrero a su lado, nada mas que su sombra y su caballo. ambos vuelven a mirarse. se miran fijamente. ambos dejan sus armaduras, sus espadas, todo, quedan desnudos... uno camina hacia el otro ante los ojos atónitos del rey que no cesa de observarlos. ¡son hermanos gemelos!, exclama el rey. este quiere decir algo pero no puede, ya los hermanos están frente a frente. uno saca una daga de su mano, el otro saca una flor de su otra mano. ambos intercambian sus objetos. y luego, uno se clava la daga en su corazón y el otro se pone la rosa en su nariz y la huele... entierra a su hermano y le pone esa rosa en su tumba. luego se viste y camina hacia su rey. ya frente a él, le dice: he terminado. el rey le increpa que era su hermano. pero el joven guerrero le dice: tu también...
ese era el cuento que quería escribirte, pero no sé si lo vayas a ver. eso espero, está escrito sin pensar, tan solo con el sentimiento, como debe de ser, así lo aprendí cuando tomé de las aguas del amor...
san isidro, junio de 2007
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