BORDES

Hoy estoy
con los brazos en X
dentro de este húmedo cajón.
Las flores
que adornaban la sala,
se marchitaron de impaciencia.
Mi cuerpo,
bellamente congelado,
apenas coloreado
por el pincel sin luz
de un condenado,
se bordaba los bordes
de su vestido blanco.
La abuela
y su enlutado rosario,
salpicándome el alma
con sus lágrimas de saldo.
Manos llenas de abrazos
y abrazos sin manos.
La muerte y la locura,
igual que el excremento
en la suela arrugada
de un zapato gastado,
respira en los abismos
de un entierro olvidado.
Y la tierra
con su perfume complice,
que exhalan estos muros
en donde hoy no descanso,
desembocando en rayo
sobre esta tumba
que regresa a la noche
tormentosa y brutal
del desamparo.