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Inicio / Cuenteros Locales / NakaGahedros / Prólogo de \"La Escerción, los tiempos del destino\"

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Estas palabras narran los hechos de la Escerción de Igrint como acontecieron en el Invierno del Primer Ciclo de Ilniari, desde el año 4232 del Mintos, el calendario Noldai, y del cual participaron diversas y variadas razas y pueblos de todo el mundo. Parte importante de los eventos de esta época se hallan descriptos en la larga historia recopilada y llevada a la tinta por Nnerah et Seimos, amo y señor de la gran biblioteca de Cirdrakil. Tres copias se guardan de estos eventos, bajo tres formatos diferentes: la primera, titulada la Escerción, es toda la historia en un único volumen; la segunda copia está dividida en cuatro volúmenes, el primero, Iliendymir, de los tiempos de la vigilia, el segundo, Iliendygarn, de los tiempos del parpadeo, el tercero, Iliendyverant, de los tiempos del sueño, y el cuarto, Iliendyraderion, de los tiempos del inicio del cambio; y por último está la tercera copia, que consta de siete volúmenes: El regreso de Malnus, Los siete, El fragmento, La guerra de Athares, Desde el pasado, La guerra de las bestias, y El ente. Esta historia, en sus tres formas, ya es parte del compendio de Ammen, que abarcan la historia del mundo desde Eldoniryhet, La ruptura del Escudo, hasta Igandyarem, El Segundo Invierno del Mundo.

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La historia de la Escerción de Igrint, se remonta a hechos previos a los que serán expuestos en las siguientes páginas, pero de gran relevancia, por lo que será emprendido un breve extracto de los principales hechos anteriores a continuación:

Corrían días de incipiente escasez y los climas se volvían fríos. Las cosechas menudas, la disminución de agua en los ríos y lagos, la baja natalidad y las enfermedades, eran síntoma y muestra de que el llamado Otoño del Primer Ciclo se cernía plenamente sobre Ilniari.

Transcurría el año 4221 según el Mintos, el calendario de los Noldai, y en el continente de Everad se oían rumores de grandes movilizaciones de Ekermas provenientes desde Athares, el continente del norte. Inmensas flotas fueron construidas y cargadas de numerosos esclavos y guerreros, y remaron cruzando el traicionero mar Atelonio hasta tocar costa en el año 4225.

Dispersos y maltrechos por una serie de violentas tormentas, muchos de los barcos con sus tripulantes fueron hundidos, pero tantos otros sobrevivieron. Algunos atracaron en las playas del nordeste, sorteando el país élfico de Ildon, que se extendía en la costa norte, pero grueso de la flota fue inevitablemente arrastrado allí y fue donde desembarcaron. Llevados por la necesidad, intentaron establecerse y defender su posición hasta hallar un modo de escapar, pero los elfos, decididos a expulsarlos, avanzaron sobre sus campamentos y por casi dos años los cercaron contra el mar. Finalmente, tras numerosas batallas, los invasores fueron reducidos y vencidos, pero el país de los elfos Anarassar debió pagar un caro precio con sangre de la corona, pues su rey, Endrest, había caído en batalla comandando a las tropas.

En el año 4227, su único hijo, Endral, fue coronado señor de Ildon, y como medida antes las corrientes cambiantes del mundo, previniéndose ante un peligro que lo inquietaba, cerró las fronteras del país a los extranjeros, manteniendo únicamente los tratos comerciales vigentes con ciertas gentes del sur y el centro del continente, y con algunos pocos de Athares sur.

Ahora bien, en el este, los Ekermas que sobrevivieron a su desastroso desembarco en Everad, aquellos que quedaron fuera de los dominios de los elfos, comenzaron a establecerse, y desde el norte llegaron algunas naves aún, porque las noticias de tierras al resguardo y de abundantes recursos llegaron pronto a la región de Bar-Bárados, en Athares, donde ellos moraban.

Si bien la gran invasión había sido un desmedido fracaso, aún así habían logrado un emplazamiento en el continente que permaneció secreto por un tiempo y que fue muy seguro para su desarrollo ahí. Una vez establecidos y asegurados, se dice que consideraron la expansión.

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Respecto a las tierras australes y occidentales, hay hechos relevantes que deben ser mencionados también.

Nóladon, el imperio que abarcaba gran parte del sur del continente de Everad, sufría ciertas fisuras políticas que el emperador Anquerón no lograba sanar del todo y en las ciudades sometidas comenzaban a oírse rumores crecientes de rebelión. Por esos días los príncipes herederos ganaban también la mayoría de edad, y educados ambos por diferentes maestros y en diferentes ciudades, se esperaba de ellos una segura venida de nuevos conflictos.

Los Morokrand, los enanos del sur de Everad, comenzaban a retraerse hacia sus montes y colinas, más huraños que de costumbre y cerrándose incluso a sus principales aliados. Los Erekrand, los enanos del noroeste, comenzaban a volverse también recelosos hacia los extranjeros. Más precavidos que lo normal, comenzaban a limitarse más a sus ciudades y tierras, lo que libraba muchas zonas a su suerte. Sus rutas de comercio, que se internaban en el sur y el oeste, eran mucho menos frecuentadas por esos días y los puestos de guardia en la región, que atendían a las necesidades de su comercio, comenzaban a quedar abandonados. Libre la región de la celosa vigilancia que había guardado esos puntos por tantos años, los nómadas que recorrían el norte aprovechaban para explotar su modo de vida y no perdían ocasión para el pillaje y el robo.

Así como otros se volvían más cuidadosos de sus fronteras y tierras, de igual modo lo hacían la mayoría de los elfos. En la raza de los Anarassar, la más abierta a otros pueblos de todas ellas, era en la que más se notaba este encierro; pero así era igual para los otros, sino peor, y las faltas que en otros momentos pasaban por pequeñas, ahora se tenían por graves, y como graves eran tratadas. De las islas de Dulial Padviliar, siempre distantes y desconocidas por muchos, ahora llegaban historias numerosas de naufragios y advertencias de peligro, de los bosques de Alarom, Foil y Dwaikil se repetían sucesos extraños, desapariciones misteriosas de quienes llegaban a acercarse a los lindes, o incluso a la región.

Por su parte, los nómadas del sur y el centro de Everad se mantenían centrados en sus asuntos a lo largo de todo su vasto territorio, y ocasionalmente, con creciente frecuencia, se desataban fuertes conflictos entre ciertas tribus guerreras, aunque no hallaban resonancia en el resto de los pueblos.

De una forma u otra, todos se daban cuenta de que se avecinaban épocas difíciles e intentaban resguardar sus intereses, esa protección desmedida, casi avariciosa, fue probablemente uno de los elementos que más influyó en el desarrollo de los acontecimientos. Si bien las peores manifestaciones de este celo excesivo donde debiera haber habido unión, alcanzó su peor época en los años en que se dio la muerte del rey elfo de Ildon, no sucedió sino hasta mucho después que, de alguna forma, restituyeron el equilibrio en sus relaciones, aunque con rencores y memorias amargas que nunca se permitieron dejar ir.

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Hacia el año 4232 la situación general de los pueblos del continente parecía, aunque no menos frágil, sí más estable. Sucedió, sin embargo, que desde el Este creció el rumor de que una de las amenazas que ya habían descartado hacía años, volvía a aparecer. Ya fuera por una mala pasada del destino, ya fuera como el preludio a la nueva época de conflicto que se acercaba luego de una pausa demasiado corta, o ya fuera como una suerte de prólogo a los hechos que la Escerción de Igrint traerían aparejados, las guerras en Everad se reiniciaron por esas fechas.

Según se decía, los Ekermas, tras sus infructuosas invasiones por mar, no habían dejado de acrecentar sus números en sus nuevos dominios al este y el sur de Ildon, y se movían desde el paso norte de la Cordillera de Tembos hacia el pequeño país de las colinas de Naignárid. Los Nagnárdos eran un pueblo poco relevante para los más grandes del continente. Constituido por unas pocas Ciudades-Estado independientes, unidas en alianzas políticas, económicas y militares, dedicado mayormente a la agricultura, la ganadería y a sus propios asuntos, su influencia se limitaba a sus propios territorios y no mucho más lejos. De orden militar bastante pobre, contaban con recursos mínimos para enfrentar la amenaza que apuntaba directamente a ellos, y siendo esto así, los invasores no hallarían grandes dificultades para tomar las ciudades.

Para hacer frente a la probable invasión, los señores de Naignárid no tardaron en reunir su consejo y emprender una búsqueda desesperada por aliados y refuerzos donde les fuera posible. Luego de unos días de frustración manifiesta por saber que su supervivencia estaba siendo confiada a campesinos y mercenarios, recibieron noticias que los llenaron de esperanza. Desde el norte, Ildon oyó la llamada de los Nagnárdos. Tras cortas negociaciones y luego de resolver una remuneración adecuada por las tropas, los Anarassar enviaron refuerzos al país de las colinas, directamente a la ciudad de Sarlos, la que marcaba la frontera más austral del país y era la más próxima a ser sitiada por la posición que ocupaba de acuerdo a los pasos de la cordillera.

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Desde este punto será abordada y narrada la historia de los tiempos de la Escerción, comenzando por el primer volumen, Iliendymir, de los tiempos de la vigilia.


Texto agregado el 24-06-2007, y leído por 432 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
05-01-2008 NakaGahedros: El prologo me parece muy bien desarrollado. Es excelente que puedas describir los hechos anteriores a la batalla en la ciudad de Sarlos. Los describes con el detalle requerido, ni mucho, ni poco, solo lo suficiente. Genial. N3eK0
06-08-2007 Me parece excelente toda la creación de éste mundo y los sucesos, lo único que encuentro es un parecido en algunos nombres y cosas a algunas historias de Dragonlance, pero siempre pasa, a veces sin quererlo, que coinciden en diversos nombres o sucesos. 4* bjuanche
04-08-2007 El prólogo es bastante pesado para el lector, muchos nombres, y lugares. Y como es típico de estas novelas son nombres no tan fáciles de aprender, como Pedro por ejemplo. Pero una vez que lo lees, te quedas con la sensación de que es un mundo sustentable, "creíble en lo fantástico"; se nota que le has dedicado tiempo a esto. Está demás decir que está muy bien realizado y narrado. Saludos y 5* Continuo la lectura ^_^ Seifer
19-07-2007 Interesante historia, con un toque histórico... Si bien el prólogo estuvo algo largo, valió la pena... Estaré leyendo, a ver qué sucede... ¡Gracias por la invitación! Saludos.. Miss_Vane
12-07-2007 Es un prólogo pesado, con muchos nombres y relatos de los diferentes pueblos; sin embargo de esta forma has logrado ambientar de manera profunda y darle un fuerte sustento a tu mundo. Tiene mucha imaginación y está interesantemente proyectado; pero te diré algo, cuando utilices un nombre después de mucho sin haberlo nombrado (como los Ekermas, que volviste a nombrarlos al final), intenta ayudar al lector a recordarlos dando una pequeña explicación en qué consistía ese pueblo. Eso agilizaría y facilitaría le lectura a aquellos leedores flojos y de poca memoria xD. Lo leí 2 veces y me gustó. Atrapa, por lo que seguiré leyéndote ;) Saludos. gino
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