Sentado y por el placer de hacerlo cuando se encontraba aburrido dio media vuelta y se encontró con que nadie miraba lo que él miraba desde su hombro.

Cuando se vio a si mismo en el pasado decidió que esa figura brumosa como borroneada por la niebla no era él. Caminaba y andaba por el mundo como cualquiera puede hacerlo, con una sonrisa ebria e idiota.

Mirando a través de ese espejo (lo cual no tiene nada de ficticio) encontró en las líneas que se marcaban en su cara un rastro de un mundo que ya no le pertenecía. Pensó en todas las pasiones, en todos los argumentos que dio para validar su existencia, y en todo lo que se le pudo imaginar.

Y dijo que eso ya no era él, que eso ya no le pertenecía. Cuando, cansado se alejo de aquella pantalla de eventos inútiles se decidió por ir a un bar. Desde afuera se podía oír la música como apagada por la lejanía. Al entrar el sonido se magnifico revelando un jazz precioso y dulce, como melancólico.
Tomo asiento solo y nadie le presto atención, como la gente suele hacer con aquellos que se encuentran solos en una mesa bebiendo cualquier cosa embriagante. Después de que el grupo dejo de tocar regreso a su casa y en vez de tirarse en la cama, estando exhausto fue al espejo y reanudo su tarea.

Ahora vio un niño sentado en cierta banca de cierta escuela, también estaba solo y parecía no hacer nada, tan solo disfrutaba el estar ahí. No se notaba ni el menor rastro de aburrimiento en su rostro. Sonó el timbre pero el niño no se movió, recordó aquel día, él había pensado en lo cómodo y agradable que se sentía en ese momento como para entrar a clases.

Se despego del espejo como cansado, se recostó en la cama y soñó consigo mismo, haciendo cosas simples y bellas.

Soñó que era pequeño, sin ser joven y jugaba con una hoja de papel, doblándola constantemente hasta que la hoja desaparecía.

Despertó y no fue al trabajo, esta vez tomo una silla y otra vez frente al espejo se dedico a mirar un pasado que cada vez se acercaba un poco más a su presente. Esta vez tenía veintiún años y sentía ira, y el tedio se asomaba por primera vez como una tormenta que pronosticaba destruirlo todo.

Se miro sentado, rodeado de extraños que nunca llego a conocer, bebiendo y hablando de situaciones que ahora no tenían sentido para él. En ese momento recordó el amor como una llaga, como un error gigantesco en su vida. Como una carga en su espalda.

Recordó que siempre le rehuyo a los afectos pasionales pero estos siempre lo encontraban a él. Como si no fuera posible evitarlos.

Salio del espejo, la imagen se tornaba cada vez más angustiante y asquerosa. Cada vez se parecía mas a lo que era ahora. Un viejo solo, gris, cercano a la muerte.

Como toda conclusión lógica, tomo una botella de cualquier bebida embriagante y se la bebió entera, busco el edificio mas alto que podía encontrar y se lanzo, abrazando la muerte, y esperando, como un niño, que la reencarnación exista.