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Entre tanto, un mujer vieja y demacrada se bajaba del autobús, miraba a su alrededor asustada, con los ojos bien abiertos, y empezaba a caminar como si no supiera adonde iba, decidiendo en el momento la dirección a la que caminaba.

Llevaba por atuendo una falda larga color azul marino, un suéter roto y unas sandalias viejas y usadas, y cargaba una bolsa negra para la basura que al parecer llevaba sus posesiones personales.

Era de noche y la ciudad parecía que se lanzaba sobre ella con sus altos edificios amenazadores, y uno que otro vagabundo inconsciente en el suelo. Las calles estaban sucias y vacías. Eran pocas las luces que funcionaban y parecía que la mujer desaparecía por instantes al desplazarse de un foco de luz a otro.

Indecisa dio vuelta hacia una calle sin salida, y cuando se percato de esto, dio la vuelta, y para su sorpresa se encontró con un hombre joven, alto y despeinado. El joven llevaba un pantalón de mezclilla azul oscuro, una camisa gris y unos zapatos deportivos grises y sucios. Le dedico una sonrisa maliciosa y acto seguido empezó a golpearla en el rostro con sus manos, hasta que cayó al suelo aturdida y con la cara ensangrentada. El joven empezó a propinarle patadas en el estomago con la planta del pie, la mujer al principio lloraba desconsolada, soltando alguno que otro grito de angustia, pero después de cinco minutos de tan dura golpiza la mujer yacía inconsciente, moviéndose tan solo por la fuerza de los golpes del joven.

Después el joven se hinco sobre ella y empezó a golpearla con los puños en el pecho, le arranco el suéter y saco una navaja. Al contrario de lo que uno puede pensar el joven acerco la navaja a sus propias muñecas, estando encima de la señora, y se corto.

El muchacho desangrándose de las muñecas, se quito de encima de la señora, al parecer inconsciente, y le dio un beso en la frente. Se acomodo al lado de ella y la abrazo como si fuera su madre.
El joven murió y horas después, la señora despertó, adolorida y bañada con la sangre del joven, que con un gesto de alegría la seguía abrazando.

Aterrorizada, la mujer se quito de encima al muerto y corrió de nuevo hacia la estación de autobuses, para regresar al lugar de donde venia.

Texto agregado el 23-06-2007, y leído por 85 visitantes. (0 votos)


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