Soy yo quien conoce 
Cuando la ultima persona se ha ido 
Y todo lo que 
Lucia 
Ha dicho ha pasado de lado 
Cuando soy yo quien tiene que conducir 
 
Lucia cuando te olvidas de mirarme como lo hacías 
Cuando soy yo quien tiene que conducir 
He estado pensando en nada. Largamente pensando en nada, y en el nacimiento de aquellos “…” que viven ahí en donde sea. 
 
No tengo mucho que decir. A excepción de casas blancas y roídas por el tiempo ensuciadas por el paso de algo que ya no pude discernir, leer no escribe, vivir escribe. No, cuando lee escribe como introduciendo alimento. 
 
Leche, y el bebe lloraba, noche tras noche. Lloraba y lloraba y madre no lo soportaba. 
 
Leche, y se arranca el alma, madre lo hace, se le hace pequeño el corazón y madre se encoge sobre si misma, y el niño llora, el niño llora, y sola madre sola. Llora el niño como una maquina urbana en la noche en plena madrugada quebrando un silencio de paz. 
Llora indeseado hambriento, madre madre madre. Madre se hace pequeña y ya no escucha nada 
 
Y los sollozos cesan, como niebla que se disipa ante los faros del automóvil, si. Como niebla tenue 
Y madre se encoge  
 
Hormigas  
En la cocina alrededor de los platos sucios  en verano, mientras sudan los dos viejos, en una cama pequeña, sudan desnudos y viejos cubiertos con una pequeña sabana. 
 
Sudan e intentan dormir. Mientras las hormigas danzan como en un bacanal entre los restos de frijoles y tortillas. 
Madre crece, como diosa de antaño crece y se reviste de gloria. Madre es hogar y dolor ajeno y es todo aquel amor enfermizo. Madre es posesión y diabluras y crece y crece, y el niño vuelve endemoniado, redoblando esfuerzos. Llanto 
Y leche y hormigas y vejez 
 
Casas blancas y viejas, en eso pienso y adentro mutilados todos mis hijos, mutiladas sus almas. Sonrisas pintadas como un collage infantil  
Murales en el patio si sonrisas desdentadas y un viejo velador sentado medio dormido en una silla incomoda, con la lámpara colgando en sus dedos, apunto de caer. 
 
									Gabriel. 
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