Amarte;
entablar oscuras discusiones;
ser musa de tus pensamientos,
rozando esa sonrisa
que demora
la eternidad del tiempo...
Beberte;
aprisionar tus brazos
tras este indeleble mundo;
ser tuya; cruel y majestuosa...
Morderte;
saciar el alma
ante la inmensidad
que habita esa mirada,
desafiando los lánguidos segundos
que en mi boca mueren...
Permanecer al pie
de esta silueta cóncava,
mientras estertores
se declinan
lentamente entre tus miedos;
besar el recorrido de una cama
que se declina en ti...
Amo ese aroma de salitres
acunado entre los pliegues;
el momentáneo cosquilleo
que te nutre con mi risa.
La mágica aventura de tu sabiduría;
ese desparpajo de responder a todo;
la humillación de serte entera;
primitiva; fugaz; inalcanzable...
Así eres tu,
ilimitado y resistente,
bajo la faz de esta mirada...
Así soy yo,
fugaz e irremediable
ante la sombra de mi hombre...

Ana Cecilia. ©