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Personaje seleccionado (Sue, La doncella)

Libre y en paz



Cada vez que tengo un descanso en mi trabajo de chofer, voy al parque. Estaciono la limousine en una calle transversal y sin olvidar el teléfono celular con el cual me avisan de posibles viajes, me siento a descansar y disfrutar.
Normalmente estoy abstraída en mis pensamientos, no puedo alejar de mí la bronca y la rabia de verme obligada a hacer este trabajo. Todo culpa de Valentina, mi compañera de estudios, mi íntima amiga que se convirtió en mi archienemiga. Primero fue por tonterías, después fueron otras cosas más graves.
En cuarto año secundario rogué a mis padres me cambiaran de escuela, ya no soportaba más compartir horas en la misma aula con mi enemiga aunque fuese sin hablarnos. En el nuevo establecimiento me sentí tan mal alejada de mis compañeras de toda la vida y temerosa de integrarme a un ambiente que ya de por sí era hostil, que reprobé materia tras materia hasta que abandoné mis estudios definitivamente, sin siquiera poder ostentar un título que me habilitara a trabajos elementales.
Mientras tanto, Valentina terminó sus estudios con honores e ingresó a la Universidad. En una carrera acelerada, se recibió de abogada y gracias a la influencia de su padre, un adinerado estanciero, pronto tuvo una abultada carta de clientes que requerían sus servicios. Pero todo lo abandonó cuando un Director de Cine la vio casualmente y quedó prendado de su hermosura, transformándola en una artista famosa que filmaba en todo el mundo y aunque tenía menos expresión que una momia, ganaba premios tras premios.
Yo deambulada de agencia de empleos a agencia de empleos sin obtener resultados. Ante la consabida pregunta - ¿estudios? - respondía con vergüenza - primarios y secundario incompleto.
Inmediatamente la persona que llenaba mi ficha levantaba su mirada y me interrogaba ¿incompleto? como si no hubiese escuchado o comprendido mi respuesta anterior. Obligada a repetir mi vergüenza, escuchaba una y otra vez la misma respuesta.
- Ejem ........ ya veremos..... trataremos de ubicarla .....¿no pensó en un secundario para adultos?.... mire, hoy se exigen como mínimo algunos conocimientos......... etc.
A los veinte años era una total desocupada mantenida por mis padres, a los veintidós también, a los veinticuatro un amigo que manejaba una limousine me pidió que lo reemplazara porque estaba engripado. Lo reemplacé. Mi amigo tenía neumonía y falleció. Heredé su trabajo y aquí estoy, con veintinueve años cumplidos y una vida fracasada dónde los horarios destructores de trabajo ni siquiera me permiten el lujo de tener un novio.
Durante todos estos años he atribuido mi mala suerte a Valentina, mientras la veía ascender cual meteoro a la fama y vestir ropas de marca, yo sobrevivía a duras penas. Muchas veces, cuando ella venía para visitar su familia, nuestras miradas se cruzaron en la calle, ella desde su auto último modelo, yo desde la limousine de la empresa. Ella en actitud ganadora, yo, avergonzada y rabiosa, masticando odio.
Durante todos estos años, pensé la forma de vengarme; noches y días completos rumié mi rabia y mi frustración, hasta que el cuerpo me dolía de tanta ansiedad. Pero todos mis planes de venganza me parecían estúpidos, hasta que ella me lo sirvió en bandeja.
- Sue – dijo mi jefe – tenemos el honor de que Valentina Lagos nos haya elegido para que la transportemos la noche de su boda a la catedral donde contraerá enlace con el Dr. Mariano Arias (de más está decir que Mariano había sido mi novio hasta que lo descubrí besuqueándose con mi mejor amiga, Valentina, en el baño de la escuela, precisamente en cuarto año).
- Sue – continuó mi gordinflón, presuntuoso y nunca tan amado jefe – me parece que sería una magnífica idea de que vos manejaras esa noche la limousine. Precisamente cuando se lo insinué a la señorita Lagos, me dijo que le encantaría que una “vieja compañera de escuela” fuera quien condujese el vehículo que la transporte el día más importante de su vida.
Y allí supe cual sería mi venganza.
Anoche, porque fue anoche la ceremonia, la limousine brillaba como si recién hubiese salido de fábrica. Yo estaba impecable con mi nuevo traje pantalón azul oscuro (generosamente comprado por mi jefe para la ocasión), mi negro cabello recogido y mi sombrero de chofer, parada a un costado, sosteniendo respetuosamente la puerta a la espera de que la angelical figura rubia, envuelta en un impresionante vestido blanco seguramente de un modisto de renombre internacional, con el rostro transido de emoción subiera a la carroza (mi limousine) que la llevaría hasta la catedral dónde la esperaba su príncipe encantado.
Hoy el parque me parece más bello que nunca, los árboles apenas mueven sus hojas y cientos de mariposas corretean entre las flores. Es un día primaveral como hacía muchos años no veía. En el banco, a mi costado, una pareja de ancianos alimenta gordas palomas y el cielo tiene un tono azul increíble. Me siento libre y en paz. Libre porque ahora soy una desocupada más, después del incidente de anoche mi adorable Jefe me puso de patitas en la calle y en paz, porque nunca sentí tanta felicidad como cuando la princesa se sentó con su maravilloso traje sobre la torre de bosta de caballo que había colocado concienzudamente en todo el asiento trasero.
¿pobre venganza? Ahhhh, pero como la disfruté.

sue

Texto agregado el 21-06-2007, y leído por 199 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
21-06-2007 Por favor no dejar comentarios. Texto concursando en el 14º round del Club de la Pelea tejera
 
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